La industria farmacéutica lanzó una alianza multisectorial para atacar uno de los problemas de salud pública globales más graves.
El coronavirus ha sido lógicamente este año la crisis sanitaria que acaparó la atención en todo el mundo y la industria farmacéutica reaccionó con una capacidad inédita en un trabajo mancomunado con los estados y la academia para hallar soluciones en tiempo récord.
Pero, al mismo tiempo, la investigación y el desarrollo no dejaron de lado otros problemas igualmente severos que también ponen en jaque la salud pública mundial, como la resistencia a los antimicrobianos (AMR). Y, en plena pandemia, el sector también se alió para enfrentar este desafío con la creación de un nuevo fondo que destinará mil millones de dólares para acelerar el lanzamiento al mercado de nuevos antibióticos.
Un problema de salud pública global
La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene advirtiendo reiteradamente sobre la necesidad de atacar la resistencia antimicrobiana, un proceso natural en los antibióticos que se ha visto acelerado en especial -justamente- por un mal uso de estos medicamentos.
La resistencia antimicrobiana pone en peligro la prevención y el tratamiento de una serie cada vez mayor de infecciones. Esto redunda en una mayor mortalidad pero también en un aumento de costos en la atención sanitaria, porque las enfermedades son más prolongadas, las internaciones más largas, se necesitan más exámenes y también medicamentos más caros.
Algunos datos reportados por la OMS dan cuenta de la magnitud del problema, que alcanza a los medicamentos para tratar infecciones urinarias, neumonía, gonorrea, gripe y sepsis, entre otras enfermedades.
Dos casos significativos son el de la tuberculosis y el del VIH. Cada año, se diagnostican 480.000 casos de tuberculosis multirresistente, que no responden a los dos antituberculosos más potentes, un problema que ya se identificó en 105 países. En VIH, algunos países reportaron tasas de resistencia del 15% o más en quienes inician el tratamiento y de hasta un 40% entre quienes lo reinician, ambos números en alza. En el VIH particularmente, los fármacos de segunda y tercera línea pueden ser hasta 18 veces más costosos que los de primera línea.
Cooperación e innovación
Una de las grandes enseñanzas que está dejando la pandemia de coronavirus es la importancia de la cooperación en la búsqueda de la innovación. Ese mismo espíritu rige al Fondo de Acción AMR (AMR Action Fund, su nombre en inglés), una innovadora asociación entre más de 20 compañías biofarmacéuticas con el objetivo de desarrollar de dos a cuatro nuevos antibióticos para el 2030.
Además de los laboratorios, la alianza está impulsada por la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas, el Banco Europeo de Inversiones, el Wellcome Trust y la OMS.
“La resistencia a los antimicrobianos es como un tsunami que amenaza con acabar con un siglo de avances médicos”, advirtió Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS en el lanzamiento del fondo, quien además confió en que este proyecto intensificará y agilizará “la investigación y el desarrollo en materia de antibióticos mediante inversiones transformadoras en empresas de biotecnología de todo el mundo”.
Atacar las causas
Las razones de las dificultades para encontrar antibióticos que puedan doblegar a estas bacterias resistentes son múltiples. Por un lado, justamente, que las bacterias desarrollan su resistencia mucho más rápido que lo que tarda un nuevo antibiótico en llegar al mercado.
El proceso de producción de un nuevo antibiótico es muy largo y complejo, ya que muchos candidatos quedan en el camino. Y cuando un medicamento tiene éxito y se aprueba, se usa limitadamente para preservar su eficacia, y aunque esto tiene lógica desde el punto de vista sanitario, no hay compensaciones previstas para el nivel de inversión necesario. A la vez, los sistemas de atención sanitaria no reconocen el valor de esos fármacos innovadores, con lo cual la sustentabilidad del sistema se ve afectada y esto impacta en el pipeline de futuros antibióticos.
Con distintas estrategias, el AMR Action Fund busca atacar estos problemas. En primer lugar, propone una cooperación multisectorial que involucre a la industria, organizaciones filantrópicas, bancos de desarrollo y organismos multilaterales para promover la inversión y también incentivar a los gobiernos para que creen condiciones regulatorias y de mercado favorables a que las compañías tomen el riesgo de investigar en estos fármacos.
La alianza planea concretamente alcanzar inversiones por más de mil millones de dólares en pequeñas compañías biotecnológicas y aportarles recursos y expertise de las grandes industrias para apoyar el desarrollo clínico. El objetivo es ambicioso: lograr que en un plazo de 10 años, entre dos y cuatro nuevos antibióticos puedan ya llegar a los pacientes.
Fuente: Organización Mundial de la Salud, Fondo de Acción AMR