La pandemia le dio visibilidad a esta actividad, en la que el país puede seguir creciendo
En un año creció 25% la inversión en investigación clínica de medicamentos y vacunas en la Argentina
- Acaban de presentarse los resultados de la última encuesta de Investigación y Desarrollo del Sector Empresario Argentino (ESID), coordinada por la Dirección Nacional de Información Científica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.
- La realización a nivel local de estudios clínicos brinda más oportunidades a los pacientes, capacita en estándares internacionales de investigación a profesionales de la salud y tiene un enorme impacto económico, con la generación de empleo calificado y el ingreso de divisas genuinas, que fue de 6.213 millones de pesos en 2018 y llegó a 11.704 millones en 2019, lo que representa un crecimiento de 25% de la inversión en términos reales.
- Este relevamiento mostró además que mientras en 2018 la inversión en investigación clínica representaba el 27,1% de todo lo invertido en I+D en Argentina, dicha participación ascendió al 32,5% en 2019, lo que marca un incremento de 5,4 puntos porcentuales en sólo un año.
- La pandemia desafió a investigadores de todo el mundo y demandó un trabajo colaborativo inédito, que permitió tener en un año vacunas efectivas y seguras, cuando desarrollar un medicamento solía llevar una década. Confían en que lo aprendido redefinirá los procedimientos que implica un estudio clínico y los plazos para el arribo de nuevas terapias.
Buenos Aires, 7 de julio de 2021 – Hasta la irrupción del COVID-19, poco se conocía sobre los estudios clínicos, que son los procedimientos científicos que evalúan la eficacia y seguridad de nuevos medicamentos para determinar si pueden ser aprobados y administrados en personas. Hoy se sabe más sobre el tema, aunque esta disciplina ya venía en franco crecimiento en nuestro país en los cinco años previos a la pandemia, con todos los beneficios que ello representa para la sociedad y para la economía. Así lo reflejan los resultados de la Encuesta de Investigación y Desarrollo del Sector Empresario Argentino, coordinada por la Dirección Nacional de Información Científica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.
Este relevamiento precisó que la investigación clínica tenía una participación del 27,1% en la inversión total en investigación y desarrollo en Argentina en 2018, y aumentó en 2019 hasta el 32,5% (con una inversión que ascendió a 11.708 millones de pesos), lo que marca un incremento del 5,4%, con el impacto contundente que eso representa para la economía.
Si bien unas 1000 empresas en Argentina hacen investigación y desarrollo, el sector farmacéutico posee un enorme peso específico, ya que alrededor de 50 laboratorios que hacen investigación clínica (el 5% del total de empresas con I+D) concentran un tercio del total de la inversión.
En este sector, el 95% de la inversión en investigación clínica aquí corresponde a la actividad de los miembros de la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME), que nuclea a los laboratorios de innovación, y de la Cámara de Organizaciones de Investigación Clínica (CAOIC).
“Estas cifras son todas previas a la pandemia, durante la cual no se frenaron los estudios clínicos que estaban encaminados para otras enfermedades y se sumaron muchos que evaluaron en Argentina (y en el mundo) tanto posibles vacunas para prevenir el COVID-19, como medicamentos para tratar infecciones por este virus en distintos estadios, con el objetivo de reducir el riesgo de desarrollar cuadros graves con riesgo de vida”, sostuvo la Dra. Susana Baldini, directora médica de CAEME.
“Investigar medicamentos y vacunas en el país, para COVID-19 o para cualquier otra enfermedad, trae múltiples beneficios, tanto para los pacientes, como para la formación de los profesionales de la salud involucrados y para la economía en su conjunto: además de la generación de empleo directo e indirecto, la encuesta mostró que los estudios clínicos se solventan en un 63% con recursos que provienen directamente de las casas matrices de las compañías farmacéuticas, lo que se traduce en un ingreso genuino de divisas al país, producto de la exportación de servicios”, explicó Baldini, de CAEME.
En otros sectores que hacen I+D, el financiamiento del exterior es del 9%, una sexta parte de lo que sucede con la investigación clínica. “Pero lo más interesante es que el protocolo que se sigue en el estudio clínico que se realiza en nuestro país es exactamente el mismo que el que se hace en Estados Unidos, Alemania o Australia, poniendo a los científicos argentinos a la par de la vanguardia de la investigación internacional”, agregó Leandro Linarello, director de Investigación y Desarrollo Cluster Sur en Novartis y miembro del Comité de Investigación Clínica de CAEME.
En los últimos años, se tomaron medidas para que Argentina pudiera ser más competitiva y ser seleccionada para participar en más protocolos, sobre todo mejorando los tiempos que tomaba a la autoridad regulatoria otorgar la autorización para realizar un ensayo en el país, lo que muchas veces era un obstáculo que hacía que otros países se anticiparan. Se logró pasar de un promedio de 137 días en 2017 a 78 días en 2020 (una reducción del 43%). Esto se tradujo en la realización de 173 estudios clínicos en 2020 contra 118 en 2017 (un crecimiento del 45%).
El futuro de los estudios clínicos
Parecía imposible tener en cerca de un año más de 5 vacunas aprobadas contra el COVID-19, algunas inclusive con estudios clínicos realizados en nuestro país, pero evidentemente la pandemia vino a redefinir mucho más que nuestra manera de trabajar.
En términos de cómo se implementa un estudio clínico, seguramente los aprendizajes de esta carrera contrarreloj, que está ganando la ciencia, abran un horizonte de nuevos procedimientos, eficiencia, digitalización y automatización de tareas, inteligencia artificial, trabajo a distancia y el desarrollo en paralelo y en simultáneo tareas que antes se encadenaban una detrás de la otra.
“Todo esto que atravesamos en el plano científico inevitablemente viene a darnos un salto cualitativo, tal vez exponencial, en cómo investigamos y ojalá que también en cuánto tiempo nos lleva poder poner a disposición de las personas un tratamiento que pueda cambiarles la vida. En otras palabras, confiamos en que la postpandemia traerá más y mejor innovación para el manejo de muchas enfermedades que hoy son de difícil abordaje”, completó Linarello.
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