Un nuevo informe evaluó el impacto positivo que una mejor salud tiene también en la Economía. La innovación farmacéutica, una de las claves.
En la actualidad, existe consenso respecto de los beneficios de la inversión en salud, y en particular de la innovación biofarmacéutica. No sólo hablamos de la reducción de la mortalidad, la mejora en la esperanza de vida y la calidad de los años vividos por el paciente, sino también del impacto positivo que esos indicadores tienen en la Economía de un país.
El reciente informe “Priorizando la salud: una prescripción para la prosperidad”, elaborado por McKinsey Global Institute, calculó ese beneficio: por cada dólar invertido en mejorar la salud, se puede obtener un retorno económico de por lo menos el doble.
El estudio de McKinsey remarca que, en el último siglo, las mejoras sanitarias que impulsaron innovaciones farmacéuticas como las vacunas y los antibióticos, junto con inversiones en sanidad y nutrición, salvaron millones de vidas e impulsaron el crecimiento económico expandiendo la fuerza de trabajo e impulsando la productividad, con los consecuentes beneficios sociales que esto trae aparejado.
En las economías avanzadas, alrededor de un tercio del crecimiento económico pudo atribuirse a las mejoras en la salud de la población. Y estudios de años más recientes calcularon que la salud contribuyó al crecimiento de los ingresos casi tanto como la educación.
Mirando el futuro
Además de repasar la historia, los especialistas de McKinsey analizaron cuál sería la incidencia de acá a dos décadas de una reducción de la carga de la morbilidad en la salud, la economía y el bienestar general en casi 200 países.
Así, estimaron una potencial reducción del 41% de una salud pobre, con un impacto en el Producto Bruto Interno (PBI) para 2040 de 11.583 millones de dólares y un aumento de este indicador del 8%.
Calcularon que, por cada dólar invertido en mejorar la salud, el retorno es de dos dólares en los países de bajos ingresos, un porcentaje similar en los países de ingresos medios altos. Pero la relación sube a 1 por 3 en los países de altos ingresos y a 1 por 4 en los de ingresos medios-bajos. Globalmente, por cada dólar destinado a la salud el retorno es de 2,7.
Al analizar en detalle cómo se compondría ese aumento de 11.583 millones de dólares en el PBI, un 12% correspondería a menor cantidad de muertes prematuras; el 36%, a menos enfermedad; el 34%, a una participación extendida y un 17%, directamente a un incremento en la productividad laboral.
Para 2040, 245 millones de personas más podrían estar trabajando: alrededor de 60 millones de ellas habrían evitado una muerte temprana por enfermedad cardiovascular, cáncer, malaria y otras causas; 120 millones podrían hacerlo por un mejor manejo de enfermedades mentales, diabetes y otras condiciones de salud; 40 millones serían personas mayores que gozarían de una mejor salud; unos 8 millones, personas con discapacidad que podrían trabajar en lugares adaptados; y 12 millones, trabajadores que hubieran tenido que cuidar a familiares enfermos.
El valor de la innovación farmacéutica
El informe también evaluó cuáles son las cinco intervenciones que más pueden contribuir a la mejora en la salud. Y cinco de ellas están directamente relacionadas con la innovación biofarmáceutica: vacunas (11%), tratamientos para enfermedades infecciosas (10%) y medicamentos para enfermedades cardíacas, prevención del ACV y diabetes (8%). Esto se complementa con un nacimiento seguro (9%) e intervenciones nutricionales (9%).
Estos resultados coinciden con estimaciones previas de la Fundación Weber. Según resalta el informe “El valor del medicamento desde una perspectiva social en Argentina y países de su entorno”, realizado a pedido de la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME), la innovación en medicamentos ha permitido significativos ahorros en costos directos e indirectos.
La incorporación de nuevos medicamentos al sistema de cobertura genera lo que se conoce como offset effect o “efecto de compensación”: se generan ahorros financieros en el sistema de salud porque disminuye la tasa de utilización de otros recursos sanitarios como hospitalizaciones, visitas médicas y otros medicamentos.
En Estados Unidos, reemplazar un medicamento con 15 años en el mercado por otro de 5,5 años aumentaría el costo promedio del medicamento en aproximadamente 18 dólares, pero reduciría los costos médicos totales no farmacológicos por un valor igual a siete veces el costo del incremento en ese medicamento. En Argentina, un aumento del 10% en el número de medicamentos introducidos derivó tres años más tarde en una reducción del 3,9% del número de años de vida potencial perdidos antes de la edad de 55.
El informe de McKinsey señala que “las intervenciones de hoy son innovaciones del pasado”. Esto significa que el potencial de las futuras innovaciones que impactarán significativamente en los próximos años serán mucho más mediatizadas por la digitalización y la inteligencia artificial, que requerirán una inversión continua en investigación tanto por parte de la industria como de la academia.
Las principales innovaciones hoy provienen del sector privado: más de la mitad de los 300.000 millones de dólares en I+D en el sector salud, advierte el estudio, y destaca que estamos frente a una gran oportunidad de crecimiento que requerirá esfuerzos coordinados de todos los actores para promover transformaciones en los sistemas sanitarios que lleven a alcanzar esa meta de una mejor salud y una consecuente mejora económica y social.
Fuente: Priorizando la salud: una prescripción para la prosperidad (McKinsey Global Institute), El valor del medicamento desde una perspectiva social en Argentina y países de su entorno (Fundación Weber)