Telemedicina, historia clínica electrónica y monitoreos son ejemplos de cómo la tecnología puede contribuir a un mejor diagnóstico y cumplimiento de los tratamientos.
La pandemia de Covid-19 explicitó al mundo la importancia de avanzar en la digitalización de la salud. Distintos aspectos de esta transformación se aceleraron y fueron fundamentales para que los pacientes pudieran seguir con el cuidado de su salud pese a las restricciones por el confinamiento. El ejemplo concreto es el de la telemedicina.
Con un nuevo escenario hoy respecto de la pandemia, los diversos actores del sistema de salud han aprendido sus lecciones y una de ellas es que la salud digital beneficia al paciente y se debe seguir en el camino para que los sistemas sanitarios de América Latina la adopten plenamente.
La transformación digital es el proceso por el cual, a través de las tecnologías, se cambia la forma de pensar de una organización o un sector, así como también las reglas de participación, formas de trabajo y los modos de interactuar. En ella intervienen tres elementos clave: las personas y la cultura social; la misión, los procesos y la cultura de trabajo; y las tecnologías informáticas y manuales.
Esto implica capitalizar las alternativas tecnológicas disponibles, ya sea a través de aplicaciones, páginas web, sistemas de información digitalizadas, realidad virtual, robótica, inteligencia artificial y análisis de datos.
Ya en 2019, antes del impulso que le dio el Covid 19, la Organización Mundial de la Salud había publicado sus primeras directrices sobre salud digital en las que la consideraba clave para ayudar a alcanzar la cobertura universal de salud porque puede hacer más precisa la atención, garantizar el acceso y empoderar a los pacientes.
Empoderar al paciente
Según un relevamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 88% de los latinoamericanos cree que el sistema de salud de sus países necesita cambios para realizar mejoras fundamentales, ya que sólo el 40% considera que la calidad que ofrecen es “muy buena” o “excelente”.
Estudios del BID vinculados con la pandemia también muestran el potencial que ofrece la digitalización para contribuir a esas mejoras: en relación con el Covid, el 60% de los usuarios en 10 países de la región estaba dispuesto a compartir sus datos en un ambiente seguro y si eso se traducía en beneficios para ellos y su comunidad.
Como señalan diversos investigadores respecto de la salud digital, que las personas comprendan las ventajas que pueden tener para ellas estas transformaciones redunda en que también las compartan e incluso reclamen activamente por ellas.
Un aspecto sine qua non de la salud digital es la historia clínica electrónica (HCE), un registro digital que centraliza la información médica del paciente y al cual puede acceder tanto él como los profesionales que lo atiendan en distintos centros de salud. La HCE simplifica procesos y reduce el riesgo de errores médicos.
La transformación digital de la salud cambia el paradigma de la atención hacia un enfoque centrado en el paciente. Esta mirada holística, en la que la HCE es fundamental pero no el único componente, le otorga al paciente más recursos para que tenga un rol activo en el propio cuidado de su salud, tanto en la prevención como en el tratamiento, lo que es especialmente importante en los pacientes con enfermedades crónicas o condiciones de salud permanentes que requieren un seguimiento continuo.
El resultado es un paciente empoderado, activo, más consciente, y esto redunda en un mayor cumplimiento de las prácticas preventivas (por ejemplo, los estudios de screening) y también una mayor adherencia al tratamiento, con beneficios individuales para ese propio paciente y colectivos en su contribución a la sostenibilidad del sistema.
Paciente 2.0
Con estos avances, se habla frecuentemente de la salud 2.0 y también del paciente 2.0. Sin embargo, el concepto de paciente 2.0 no debería reducirse solamente a quien es activo usuario de las tecnologías digitales, sino que tiene que ver, justamente, con este nuevo rol que asume frente a su cuidado: sí es un usuario activo de los recursos que la tecnología pone a su alcance para el cuidado de su salud, pero también es mucho más proactivo e involucrado, e incluso hace escuchar su voz para participar en la definición de políticas públicas y reclamar el acceso a las tecnologías sanitarias necesarias para la mejor atención de su salud.
Este paciente activo e informado exige capitalizar los beneficios de la salud digital y plantea desafíos tanto a los sistemas de atención médica como a la propia industria biofarmacéutica. Muchas compañías ya están desarrollando procesos de transformación de sus organizaciones y plataformas para fortalecer su compromiso con el paciente con el foco de optimizar la adherencia a los tratamientos y mejorar los resultados.
La telemedicina es una respuesta porque no sólo facilita el acceso a poblaciones donde la infraestructura sanitaria es escasa, sino que, en las que sí tienen esas condiciones, puede simplificar procesos rutinarios (como renovación de recetas médicas o revisión de estudios) para mejorar la asignación de recursos.
Las soluciones digitales pueden también facilitar el acceso a contenidos educativos y mejorar el monitoreo de los pacientes, quienes pueden por ejemplo recibir tanto un e-mail con información relevante posterior a su diagnóstico para acompañarlo en su camino, como -al mismo tiempo- recibir en su celular recordatorios por mensajes de texto para la administración de su medicación o inscribirse a plataformas de monitoreo, lo que mejora la adherencia. Por otra parte, el uso secundario de los datos de salud permitirá el desarrollo de más y mejores medicamentos.
Otra encuesta, en este caso de Deloitte, en mercados más desarrollados que el latinoamericano, muestran un porcentaje significativo de aprobación de los usuarios a tecnologías aún en exploración, como drones que entreguen medicación o robots que asistan cirugías. El futuro se abre a una nueva generación de múltiples soluciones que involucran la inteligencia artificial, el análisis de datos y la simplificación de procesos tanto para los profesionales médicos como para los pacientes y es indispensable la transformación digital de los sistemas para poder desbloquear todo ese potencial.
Fuente: La gran oportunidad de la salud digital en América Latina y el Caribe (Banco Interamericano de Desarrollo), Compromiso con el paciente 2.0: cómo las compañías de ciencias de la vida pueden llevar el compromiso con el paciente al próximo nivel (Deloitte), La forma del paciente 2.0: explorando agencias de tecnología y discursos en las nuevas prácticas de la atención médica (Science & Technology Studies)