Un estudio en Argentina evaluó cómo lograron reducir el número de años de vida potencial perdidos. Además, disminuyen gastos en el sistema sanitario y aumentan la productividad de la sociedad.
Los medicamentos innovadores aportan un beneficio clínico, pero también tienen un alto valor desde una perspectiva social, reduciendo costos directos e indirectos y mejorando la productividad.
Estos fármacos permitieron la cura y el control de enfermedades y el aumento de la esperanza de vida, pero también aceleraron los tiempos de recuperación, redujeron los efectos adversos de los tratamientos y brindaron posibilidades de administración menos invasivas, más cómodas y eficientes, con una consiguiente mejora en la calidad de vida de los pacientes y de sus familias, lo que impacta también en la productividad y en la optimización del uso de los recursos sanitarios.
Costos directos e indirectos
Para analizar esta mejora, primero es importante hacer una diferenciación entre los distintos costos asociados a una patología o condición.
Los costos directos se clasifican en dos tipos: los sanitarios son los derivados de la medicación, visitas médicas, atención de urgencia, pruebas diagnósticas, internaciones, asistencia sanitaria domiciliaria y transporte medicalizado. Los no sanitarios contemplan los cuidados dedicados a personas con falta de autonomía personal, ya sean formales brindados por profesionales remunerados o informales, por la red de contención social del paciente.
Los costos indirectos incluyen las pérdidas de productividad laboral que sufre la sociedad como consecuencia de la morbilidad y/o la mortalidad prematura asociada a la enfermedad.
Beneficios de la innovación
En el mundo, varios estudios previos ya analizaron estos indicadores para medir objetivamente los beneficios de la innovación farmacéutica. Estas investigaciones refuerzan la necesidad de que en los procesos de toma de decisiones no sólo se evalúe la variable del precio, sino que se tengan en cuenta enfoques centrados en el valor que la innovación aporta a la sociedad con el objetivo de promover la eficiencia y sostenibilidad en los sistemas de salud.
Una investigación publicada en 2002 demostró que el reemplazo de un medicamento con 15 años en el mercado en Estados Unidos por otro de 5,5 años aumentaría el costo promedio del medicamento en aproximadamente 18 dólares, pero reduciría los costos médicos totales no farmacológicos -internaciones, visitas médicas y atención de emergencia- en 129 dólares, es decir, siete veces el aumento del costo del medicamento.
En Argentina, un nuevo estudio realizado a pedido de la Cámara de Especialidades Medicinales (CAEME) analizó los beneficios de la innovación farmacéutica en el país. Sus estimaciones indican que un aumento del 10% en el número de medicamentos introducidos derivó tres años más tarde en una reducción del 3,9% del número de años de vida potencial perdidos antes de la edad de 55.
Un análisis específico sobre la mortalidad causada por el cáncer determinó que el número de años de vida potencial perdidos antes de los umbrales de los 65, 60 y 55 años está inversamente relacionado con el número de medicamentos oncológicos lanzados al mercado entre 3 y 4 años antes. Una década de innovación farmacéutica, entre 2003 y 2013, redujo el número de años de vida potencial perdidos antes de los 70, por todas las causas naturales, en 131.203.
La variable de la productividad
Los indicadores de costos directos se complementan con otro igualmente significativo: el ahorro en costos indirectos.
Por ejemplo, un estudio de 2015 en América Latina y el Caribe respecto de la diabetes determinó que los costos por la mortalidad prematura superan el 48% de los costos indirectos, los debidos a discapacidad permanente el 28% y los costos de discapacidad temporaria, el 24%. En Argentina, el valor monetario promedio perdido por muerte prematura es de 7.032 dólares y supera los 142 millones anuales.
El valor social de un medicamento innovador también se puede medir por la reducción de síntomas y efectos adversos, las situaciones de discapacidad que puede evitar y las ganancias de productividad que genera. Al mejorar la salud y calidad de vida de las personas, se evitan bajas laborales y se incrementa su rendimiento, con un impacto positivo también en el desarrollo económico del país.
El valor social del medicamento desde una perspectiva social en Argentina y países de su entorno.