Se refieren a los nuevos factores críticos en las intervenciones de salud, como la conectividad, el ancho de banda, la interoperabilidad y la inteligencia artificial, entre otros.
La transformación digital de los servicios de salud supone cambios culturales importantes para el conjunto de la sociedad. Requiere de un enfoque colectivo y colaborativo de los actores del sector público y privado, de la academia, de la población y de las organizaciones multilaterales, tendiente a promover el compromiso y la inversión necesaria, el intercambio de aprendizajes y la posibilidad de operar con objetivos y estándares comunes.
Las soluciones variarán entre países, según sus necesidades, recursos y tipos de sistema de salud, pero debe considerar cuestiones fundamentales. Para orientar a los países de la Región de las Américas y el Caribe en los procesos de transformación de la salud digital, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) delineó ocho principios rectores como apoyo en la toma decisiones, la formulación de metas a corto y a largo plazo, y la elaboración de políticas públicas.
A nivel global, y en el más alto nivel político, se ha acordado sobre la importancia de la transformación digital. Tal es así que las tecnologías de información forman parte de 10 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, impulsados por Naciones Unidas.
En el ámbito sanitario, en febrero de 2021, 49 países y territorios ratificaron la hoja de ruta para la transformación digital del sector de la salud en las Américas y la OPS delineó 8 principios para enmarcar estos procesos. Ellos son:
1. Conectividad universal: Es necesario asegurarla, abordando las necesidades y desafíos de las personas, las comunidades y los proveedores de servicios. También los beneficios que se acumularán a los gobiernos al posicionar la conectividad y el ancho de banda como una alta prioridad para las intervenciones de salud pública.
2. Bienes digitales: Se requiere la creación de bienes de salud pública digitales con software de código abierto, normas, algoritmos, datos, aplicaciones y contenidos diseñados con la arquitectura y el licenciamiento adecuados para escalarlos regional y globalmente en diferentes poblaciones y contextos, con capacidad de adaptación local.
3. Salud digital inclusiva: Es clave llegar a las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad y también a aquellas personas y grupos poblacionales que no están digitalmente alfabetizados. Todo esto debe alentar la inclusión digital, sin dejar de respetar la autonomía de quienes decidan no utilizar los servicios digitales.
4. Interoperabilidad: Este es un concepto central para que los sistemas de información para la salud -acceso oportuno y abierto a datos correctamente desagregados, integración de los sistemas nacionales y locales, salud digital y tecnologías de la información y la comunicación (TIC)- faciliten la identificación eficaz, la búsqueda y detección temprana de los casos y la definición y el seguimiento de la población de riesgo.
5. Derechos humanos: Garantizar la protección de los derechos humanos dentro de la salud digital requiere de una revisión profunda de los instrumentos jurídicos y reglamentarios relacionados con el sector de la salud. La dignidad humana, en su dimensión individual y social, debe ser uno de los valores fundamentales de este proceso, como también lo es el medio ambiente donde se desarrolla la vida. El marco normativo debe estar desprovisto de todo sesgo geográfico, educativo, cultural, político, religioso o de género.
6. Inteligencia artificial: La cooperación mundial en inteligencia artificial implica comprender la dimensión individual y social en una realidad globalizada e interconectada que pertenece a la condición humana. Este apoyo cooperativo global es vital a la hora de diseñar y adoptar soluciones de inteligencia artificial que promuevan los enfoques de equidad, género y diversidad cultural con algoritmos seguros, confiables y abiertos.
7. Seguridad de la información: Es muy importante proteger la información sanitaria sensible y, por lo tanto, se necesitan mecanismos e instrumentos normativos para garantizar su confidencialidad y seguridad, al mismo tiempo que promover el acceso y la transparencia en la información y el conocimiento.
8. Arquitectura de la salud pública: Significa que debe enmarcarse en la agenda digital del gobierno: tiene que ser transversal para articular las distintas vertientes de gobernanza y optimizar la planificación estratégica y la gestión de los recursos. También debe basarse en el aprovechamiento de normas y procedimientos a favor de múltiples áreas, no solo de la esfera de la salud: por ejemplo, el caso de la conectividad y el ancho de banda influyen indistintamente en salud, en educación y en todos los sectores de una sociedad moderna.
Fuentes: Informe “La gran oportunidad de la salud digital en América Latina y el Caribe” 2022, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Organización Panamericana de la Salud (OPS), Naciones Unidas.