Lo anunció la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (IFPMA) el viernes 20. Compañías pondrán en común tecnologías, conocimientos y recursos para acelerar el desarrollo de vacunas, tratamientos y diagnósticos para el Covid-19.
En lo que constituye una decisión inédita en la historia de la industria farmacéutica -siempre celosa de sus desarrollos científicos-, laboratorios y empresas biotecnológicas se comprometieron a trabajar en conjunto para combatir el coronavirus.
La Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (IFPMA) anunció el viernes 20 de marzo que las empresas que la integran se comprometen a compartir conocimientos, tecnología y recursos para acelerar el desarrollo de diagnósticos, tratamientos y vacunas para el Covid-19.
“Estamos redireccionando tecnologías existentes y compartiendo librerías genómicas entre compañías. Este tipo de colaboración es algo sin precedentes, y tiene que ver con la responsabilidad de nuestro sector ante esta grave crisis sanitaria mundial”, señaló David Ricks, CEO de Eli Lilly y presidente de IFPMA.
Antes de su aparición en diciembre de 2019 en la provincia china de Hubei, el Covid-19 (un tipo de coronavirus), era desconocido. Un mes más tarde, la secuenciación de su genoma fue compartida en la comunidad científica, lo que permitió iniciar las primeras etapas de investigación y desarrollo para lograr una vacuna preventiva.
Todo se hizo en tiempo récord, si se lo compara con epidemias anteriores como SARS, Ébola, la gripe H1N1, o el virus del VIH, que llevó décadas en ser secuenciado.
Las herramientas de vigilancia epidemiológica automatizada están hoy muy avanzadas respecto a pandemias anteriores. Y Así como el aislamiento del virus se hizo en tiempo récord gracias a la bioinformática, el compartir información también ayudará a que se encuentre rápidamente una vacuna, o al menos tratamientos efectivos.
“La industria ha dedicado importantes recursos y viene trabajando con instituciones de salud pública para desarrollar tecnologías que reducen drásticamente el tiempo que lleva decodificar virus y desarrollar una vacuna potencial. No estamos partiendo de cero, hay plataformas disponibles para facilitar el desarrollo de vacunas que entren rápidamente en etapa de ensayos clínicos”, destacó Thomas Cueni, director general de IFPMA.
Actualmente están en marcha más de 80 ensayos clínicos para probar medicamentos nuevos y existentes. Al menos nueve laboratorios miembros de IFPMA están investigando y desarrollando nuevas pruebas de diagnóstico, vacunas o tratamientos y están probando medicamentos existentes para tratar a las personas infectadas. Otras compañías están abocadas a desarrollar kits para diagnosticar rápidamente posibles casos.
Severin Schwan, CEO de Roche y vicepresidente de IFPMA, sostuvo “para achatar la curva de casos, necesitamos aumentar la capacidad de testeos a pacientes con síntomas. No es factible hacer testeos masivos”, aclaró. “Estamos apuntando a testeos automatizados, en cooperación con la FDA (Food and Drug Administration)”.
Rajeev Venkayya, presidente de la unidad de vacunas de Takeda, afirmó: “Nuestra mayor preocupación es hoy el sistema hospitalario. No sólo la cantidad de camas y respiradores, sino también la protección del personal de salud. Estamos trabajando en anticuerpos de inmunoglobulina tomada del plasma de pacientes curados. Creemos que en 9 o 10 meses tendremos un tratamiento para pacientes críticos”.
En tanto, David Loew, vice presidente de Sanofi Pasteur, destacó: “Los virus mutan, pueden ser muy poco ofensivos o muy agresivos como ocurrió con el Covid-19, que es un virus mutante dentro de la familia de los Coronavirus. Por eso las vacunas se deben reformular cada año. La buena noticia es que hay una vacuna en fase 1 de investigación. Y hay otras candidatas. Podemos acortar los tiempos administrativos, pero no los de ensayos clínicos. Lo más crítico es lograr una vacuna segura y eficaz, porque va a ser aplicada a personas sanas. Esto va a llevar entre 12 y 18 meses”.
Paul Stoffers, CSO de Johnson & Johnson, remarcó: “Estamos enfocados en ir rápidamente hacia los ensayos clínicos. No es una sola compañía la que va a lograrlo. Necesitamos acciones coordinadas de proveedores y fabricantes compartiendo conocimiento y capacidades en todo el mundo, y para esto necesitamos que las cadenas de suministro globales sigan funcionando a pesar del cierre de fronteras”.
Uno de los puntos centrales, una vez desarrollada una vacuna segura y eficaz, es “que sea accesible a cientos de miles de personas”, puntualizó Venkayya, quien es además miembro de CEPI ( Coalition for Epidemic Preparedness Innovations). Además, se necesitarán millones de dosis, por lo cual la industria deberá trabajar en conjunto con organismos públicos para lograr abastecer este volumen sin precedentes.
Para lograr una rápida respuesta de la industria “se debe trabajar en base a las capacidades técnicas y humanas existentes. No hay tiempo de hacer transferencia tecnológica”, advirtió Stoffers.
En cuanto al modelo de negocios de las compañías farmacéuticas, el CEO de Lilly y presidente de IPFMA fue concluyente: “No es algo en lo que estamos pensando ahora. La urgencia es encontrar entre todos un tratamiento y ojalá una vacuna para este nuevo virus”.
Compromiso empresario
Los laboratorios y compañías biofarmacéuticas se comprometieron a utilizar la experiencia y conocimientos de la industria para acelerar el desarrollo y testeo de vacunas seguras y efectivas; respaldar a los sistemas de salud mundiales para gestionar una explosión sin precedentes de la demanda; aumentar las capacidades de fabricación; compartir la capacidad disponible para escalar la producción una vez que se desarrolle una vacuna o tratamiento exitoso; y asegurar la continuidad del suministro de los medicamentos esenciales, vacunas y diagnósticos para pacientes con otras enfermedades que amenazan la vida, haciendo un llamamiento a los gobiernos para implementar políticas y decisiones que faciliten el su acceso a quienes los necesitan.
A partir de la secuenciación del genoma del Coronavirus (SARS-CoV-2), las compañías biofarmacéuticas comenzaron a examinar sus bibliotecas de medicamentos para identificar posibles tratamientos, basándose en la experiencia adquirida durante los brotes de SARS, MERS, Zika y Ébola.