Aunque son condiciones prevenibles y tratables, el sobrepeso y la obesidad son extremadamente frecuentes en nuestro país (afectan a más del 60%)  y son factores de riesgo para desarrollar múltiples enfermedades no transmisibles (como las cardiovasculares, el cáncer o algunas demencias, entre muchas otras), por lo que su abordaje representa un costo significativamente elevado en la estructura sanitaria.

La obesidad es una preocupación del siglo XXI

Obesidad 1

Afecta a naciones ricas y pobres, a adultos y, cada vez más, a niños y jóvenes, con las severas consecuencias que eso tendrá en su futuro. La obesidad y el sobrepeso son uno de los desafíos más grandes para la salud pública mundial.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad se triplicó en el mundo desde 1975. De acuerdo con los últimos datos difundidos por el organismo dependiente de Naciones Unidas (correspondientes a 2016) hay en el mundo más de 1.900 millones de adultos con sobrepeso, de los cuales 650 millones son obesos: esto representa, respectivamente, el 39% y el 13% de la población mundial.
Además, hay 340 millones de niños y adolescentes con exceso de peso.

En la Argentina, el problema es serio. Los datos de la IV Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, difundidos este año, muestran que el 61,6% de la población adulta tiene un índice de masa corporal por encima del recomendado, un porcentaje que viene creciendo sostenidamente desde que se empezó a hacer la encuesta: en 2013 era el 57,9% y en 2005 el 49%. Hoy, el 36,2% de los adultos tiene sobrepeso, el 25,4% es obeso y sólo el 35,1% de la población hace suficiente actividad física

El escenario, pensando en el futuro, es aún más grave: según la OMS, Argentina tiene la segunda tasa de sobrepeso más alta de América Latina en niños menores de 5 años, alcanzando el 9,9%. A medida que aumenta la edad, empeoran las cifras: entre los 13 y 15 años, la obesidad ya afecta al 28,6% de los estudiantes, de acuerdo a la última Encuesta Mundial de Salud Escolar.

Las causas de la obesidad

El desarrollo del sobrepeso podría explicarse de manera sencilla: se genera por un desequilibro entre las calorías que ingresan al organismo y las que se gastan. Ahora bien, al analizar qué produce ese desequilibrio y cómo atacarlo, la cuestión es más compleja.

Por un lado, el estilo de vida moderno llevó a un marcado descenso de la actividad física y al sedentarismo, impulsados por nuevas modalidades de trabajo, la urbanización creciente, la expansión de los medios de transporte y la irrupción de la tecnología. Pero además, aumentó la ingesta de alimentos de alto contenido calórico, ricos en grasas y azúcares.

Los efectos en la salud

Un índice de masa corporal elevado es un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles:

  • Enfermedades cardiovasculares, principalmente cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
  • Diabetes
  • Trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis)
  • Ciertos tipos de cáncer, como endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon. 

En niños, genera inconvenientes en el presente y a futuro:

  • Dificultades respiratorias
  • Mayor riesgo de fracturas
  • Mayor riesgo de hipertensión
  • Resistencia a la insulina
  • Efectos psicológicos
  • En la adultez, mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y
    discapacidad

El costo económico de la obesidad

En la actualidad, la obesidad plantea un dilema. Se consideraba históricamente un problema de los países de altos ingresos, pero hoy los casos están aumentando en los países de ingresos medianos e incluso bajos. En África, el número de menores de 5 años con sobrepeso aumentó un 50% desde el año 2000, según datos de la OMS. 

Entonces, hay países que tienen que luchar a la vez contra dos dramas vinculados a la malnutrición: la desnutrición y también, y cada vez más, la obesidad.

Un estudio realizado en 2014 por el McKinsey Global Institute ya contabilizaba el costo de la obesidad como la tercera carga social que más dinero cuesta en el mundo, después del tabaquismo y la violencia y conflictos armados. Cada año, los sistemas de salud del mundo gastan total aproximado de 2 mil millones de dólares en el tratamiento de la obesidad.

Otros datos muestran que a mayor índice de masa corporal, aumenta proporcionalmente el costo de la atención médica. En el caso de una persona con sobrepeso, es de un 22% más que de alguien con un peso normal. En las personas con obesidad, es un 28% más; y en los pacientes con obesidad mórbida, este  trepa al 41%.

El mismo estudio de McKinsey plantea la necesidad de establecer estrategias entre todos los actores, tanto públicos como privados, vinculados para atacar el problema de la obesidad.

Siendo un desafío integral el abordaje de esta enfermedad, es importante tener estas dos cuestiones en cuenta: 

  1. Alejarse de las dietas mágicas que prometen descensos súbitos de peso, pero producen desequilibrios nutricionales y metabólicos que pueden poner en riesgo la salud, además de predisponer a un efecto rebote significativo.
  2. Consultar con un profesional de la salud especialista, quien podrá asesorar e indicar un plan a medida de las necesidades y posibilidades de cada persona para alcanzar un peso saludable.

Fuentes: Organización Mundial de la Salud, Encuesta Nacional de Factores de Riesgo y estudio Sobrepeso y obesidad en Niños y Adolescentes del Ministerio de Salud, State of Obesity, McKinsey Global Institute.

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Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.

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