Invertir en innovación para la salud genera significativos ahorros en recursos sanitarios

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La innovación farmacéutica ha sido uno de los factores fundamentales para la mejora de la salud de las poblaciones. Los avances científicos, de la mano del desarrollo de medicamentos innovadores, han sido determinantes en el aumento de la esperanza de vida, la prevención de enfermedades, la cura de muchas otras y en la mejora de la calidad de vida de los pacientes.

Durante el siglo pasado la innovación farmacéutica logró erradicar la viruela. Y vencer a la polio. Dos de las enfermedades más temidas del mundo por aquellos años. Ha logrado cronificar algunos tipos cáncer o que el diagnóstico de VIH hoy ya no sea una sentencia de muerte, sino una infección crónica con la que se podrá convivir. También ha conseguido la cura de la hepatitis C, una enfermedad que hasta hace poco tiempo era incurable.

La innovación farmacéutica ha contribuido a lograr que las personas vivan más tiempo. La mejora relativa de la esperanza de vida atribuible al sector farmacéutico es significativa: entre 2000 y 2009 se ganaron 1,74 años de esperanza de vida a nivel global. De ellos, el 73% es atribuible al efecto de la innovación farmacéutica.

Los medicamentos, terapias y tecnologías médicas no sólo pueden “salvar vidas”, sino que también impactan positivamente en otros aspectos de la economía y la sociedad. Por ejemplo, permitiendo ahorrar recursos de hospitalización gracias a enfermedades que no llegan a esa instancia, o en el aumento de la productividad de la población, que puede mantenerse activa. Al erradicar una enfermedad o prevenirla, o simplemente reducir su morbilidad, los sistemas de salud ahorran gastos no sólo en tratamientos farmacológicos, sino también en la prevención de complicaciones más graves de una enfermedad existente.