Hoy llamados trastornos del espectro autista (TEA), incluye un abanico amplio de condiciones y manifestaciones. La importancia de la detección temprana.
Cada 2 de abril, se conmemora el Día Mundial de Concientización del Autismo. Esta condición, que se denomina de manera más adecuada como trastornos del espectro autista (TEA), genera todavía mucho desconcierto y desconocimiento en la población general e incluso en los profesionales de salud.
Comenzando por la prevalencia, de la que no hay cifras unánimes: según datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que en el mundo 1 de cada 160 niños y niñas presenta algún un TEA, aunque este indicador varía notablemente según los distintos estudios y falta información sobre cómo impactan los TEA en los países de ingresos medios y bajos.
Autismo y otros TEA
Lo primero que hay que aclarar es que esta no es una única patología, sino que bajo el denominador de trastornos del espectro autista se incluyen varias enfermedades en las que se encuentran alterados el desarrollo de la comunicación, el lenguaje, la flexibilidad de la conducta y la interacción social. Como estas alteraciones representan patrones comunes, pero a la vez múltiples diferencias, se remarca que el autismo es un espectro.
En este amplio espectro, hay identificados cinco trastornos como el trastorno autista, el trastorno desintegrativo infantil, el síndrome de Rett, el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no específicado (TGD-NE).
La definición del cuadro en cada uno de ellos está dada, entre otros parámetros, por la afectación de las habilidades comunicativas y sociales, el grado de retraso mental, la restricción de intereses y la edad de reconocimiento.
Causas del autismo y los TEA
La ciencia no ha logrado identificar aún una única causa de los TEA. Sí hay consenso en que hay genes que parecen estar relacionados con ciertos trastornos del espectro autista (como el síndrome de Rett) y se está estudiando si hay factores ambientales que también pueden incidir en que un niño sufra un trastorno del espectro autista.
Lo que sí está claro es que no hay ningún vínculo entre estos trastornos y las vacunas. Ese mito, desterrado ya hace tiempo, se generó en un fraude que montó el médico Andrew Wakefield para desprestigiar la vacuna contra la triple viral con el objetivo de impulsar otra vacuna que él había patentado. El fraude se descubrió, The Lancet se retractó y a Wakefield se le prohibió ejercer la medicina.
No existe cura para los trastornos del espectro autista, pero sí hay terapias que pueden ayudar al niño o niña con esta condición. El diagnóstico temprano es fundamental para que pueda acceder también a intervenciones psicosociales tempranas que contribuyan a mejorar sus capacidades para comunicarse e interactuar.
Patrones de comportamiento en los TEA
Las personas con TEA tienen algunos patrones de comportamiento en común, tanto en el aspecto comunicativo como en el social. Pueden tener alguna o varias de estas conductas:
- No señalan objetos para demostrar que les interesan ni tampoco miran objetos cuando otro los señala.
- Evitan el contacto visual y quieren estar solos.
- Tienen dificultades para relacionarse con los otros.
- Pueden no manifestar ningún interés por los demás o sí tenerlo, pero no encontrar la forma de expresarlo.
- Evitan que se los abrace o abrazar.
- Responden a otros sonidos, pero no cuando les hablan.
- No responden a su nombre.
- Tienen dificultades para expresar sus sentimientos y para entender los sentimientos de los otros.
- No hablan, tienen dificultades para expresarse verbalmente o pierden la capacidad que tenían para hablar.
- Responden de manera agresiva o pasiva a las interacciones sociales.
- Les cuesta entender las expresiones no verbales como los gestos o los tonos de voz.
- Repiten o imitan palabras o acciones.
- No juegan juegos de simulación.
- Los afectan mucho los cambios de rutina.
- Tienen reacciones poco frecuentes ante el tacto, el olor, gusto o sonido de los objetos.
- No pueden comenzar o mantener una conversación.
- No entienden preguntas.
- Hablan con tonos o ritmo anormal.
- Realizan movimientos repetitivos o actividades que pueden causarles daño.
- Tienen problemas de coordinación.
- Muestran un lenguaje corporal extraño.
- Se deslumbran con los detalles de un objeto o se obsesionan con una intensidad anormal.
- Son más sensibles que lo habitual a la luz, el sonido o el contacto físico.
- Por el contrario, no muestran sensibilidad al dolor o la temperatura.
Señales de alarma
Cada bebé o niño tiene su propio ritmo de crecimiento. No obstante, hay algunas señales en su desarrollo a las que los padres deberían prestarles atención y consultar con el médico. Ante la duda por una determinada conducta de un bebé o un niño, es preferible hablarlo con el pediatra.
Como reglas generales, se justifica consultar con el médico si el bebé no realiza estas actividades para estos meses de edad:
- A los 6 meses o antes: responder con una sonrisa.
- A los 9 meses o antes: imitar sonidos o gestos.
- A los 12 meses o antes: balbucear o gorgoritar.
- A los 14 meses o antes: hace gestos como señalar o saludar.
- A los 16 meses o antes: dice palabras simples.
- A los 18 meses o antes: juega a juegos de imitación o simulación.
- A los 24 meses o antes: dice frases de dos palabras.
- A cualquier edad: pierde habilidades sociales o del lenguaje.
Fuente: TGD Padres Argentina, Organización Mundial de la Salud, Asociación Española de Pediatría, Centros Para el Control de las Enfermedades de EE.UU., Mayo Clinic.