Cuando una persona se recupera, adquiere inmunidad sólo para el serotipo del que se infectó. Si se contagia de otro, tiene riesgo de sufrir el cuadro grave de la enfermedad.
Si bien la principal atención en estas semanas está puesta en el coronavirus, en lo que a temas de salud se refiere, Argentina está cursando un brote de dengue que obliga a tomar medidas preventivas frente a esta enfermedad, que -detectada a tiempo- tiene un buen pronóstico. Sin embargo, la posibilidad de una segunda picadura del Aedes aegypti, el mosquito que es vector del virus, eleva los riesgos de sufrir la forma más grave de esta infección.
El dengue es una enfermedad viral que manifiesta sus síntomas después de un período de incubación de entre 4 y 10 días luego de la picadura de un mosquito infectado. Estos síntomas son fiebre elevada, dolores corporales, de cabeza intenso y/o detrás de los globos oculares, náuseas, vómitos, agrandamiento de los ganglios y reacciones en la piel. Duran hasta una semana.
Esta infección es causada por un virus de la familia Flaviviridae, que -a su vez- tiene cuatro serotipos: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. En Argentina, se detectó hasta ahora la presencia de tres de ellos: el 70% correspondió a DEN-1, el 27% a DEN-4 y sólo un 3% a DEN-2.
El riesgo del dengue grave
Cuando una persona se recupera, adquiere inmunidad de por vida contra ese serotipo en particular. Pero la inmunidad cruzada a los otros serotipos es parcial y temporal, y esa misma persona puede infectarse por los demás serotipos.
La principal complicación es que estas infecciones posteriores, también llamadas secundarias, elevan el riesgo de padecer dengue grave. Esta otra forma en que se manifiesta la enfermedad, anteriormente llamada dengue hemorrágico, puede poner en riesgo la vida.
En este caso, se produce acumulación de líquido, dificultad respiratoria, extravasación de plasma, hemorragias graves y fallas orgánicas. Los signos aparecen entre 3 y 7 días después de los primeros síntomas y se acompañan de un descenso de la temperatura corporal, dolor abdominal intenso, vómitos persistentes con o sin sangre, respiración acelerada, hemorragias en las encías, fatiga e inquietud.
Si bien la mayoría de los pacientes con dengue evoluciona favorablemente, en el dengue grave —que cada año obliga a internar a 500.0000 personas en América Latina— la tasa de mortalidad es del 2,5%. Pero si se detecta a tiempo y se trata adecuadamente, manteniendo el volumen de los líquidos corporales, se puede reducir a menos del 1%.
Por esto, todas las personas, y especialmente las que ya tuvieron la enfermedad, deben tomar las medidas preventivas para evitar el contagio. Las más importantes son eliminar o tapar los recipientes u objetos donde pueda acumularse agua y utilizar repelentes personales y hogareños.
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Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.