El hallazgo que hizo con su colega George Köhler hace 40 años está transformando la historia de la medicina.
Los anticuerpos monoclonales son uno de los hallazgos científicos que más contribuyeron al desarrollo de fármacos innovadores, y que -entre otros grandes aportes- está cambiando el paradigma del tratamiento del cáncer.
Uno de los responsables de este hallazgo clave en la medicina moderna es el argentino César Milstein. Nacido en Bahía Blanca en 1927, Milstein se graduó como doctor en Química en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, se formó también en el Medical Center Research de Cambridge, Reino Unido, y fue jefe de Biología Molecular del Instituto Nacional de Microbiología Carlos Malbrán.
Los contratiempos políticos e institucionales en el país lo llevaron a radicarse en Inglaterra en la década del 60. En sus investigaciones en Cambridge con su colega alemán George Köhler, lograron algo que la ciencia había buscado durante mucho tiempo: fabricar líneas de anticuerpos puros capaces de detectar y enfrentarse a una parte específica de un antígeno y vencerlo.
Entre 1973 y 1975 configuraron los anticuerpos monoclonales, de una pureza máxima y gran eficacia en cuanto a la detección y posible curación de enfermedades. Por este descubrimiento central, ambos investigadores ganaron el Premio Nobel de Medicina en 1984.
El hallazgo de Milstein y Köhler abrió la puerta a una revolución, con diversas aplicaciones en inmunología, oncología, biotecnología y la industria. Estas moléculas producidas en el laboratorio actúan como anticuerpos sustitutos y permitieron en los últimos años desarrollar diversos fármacos innovadores, por ejemplo medicamentos para prevenir rechazos a trasplantes, la inmunización pasiva para el virus Sincicial Respiratorio, terapias para el asma y para enfermedades inmunomediadas como la artritis reumatoidea, la psoriasis y la enfermedad de Crohn o la hidradenitis supurativa.
Un nuevo paradigma en oncología
Pero, sin dudas, una de las áreas donde los anticuerpos monoclonales más han contribuido a cambiar la atención es en la oncología. Al unirse a los antígenos en las células cancerosas, permiten desarrollar una amplia batería de alternativas terapéuticas para tratar varios tipos de tumores, entre ellos de mama, próstata, pulmón, cerebro, colorrectal, melanoma, y determinadas enfermedades oncohematológicas.
Estos anticuerpos aprovechan las funciones del sistema inmunológico natural para combatir el cáncer y lo hacen a través de distintos mecanismos:
- Detectar células cancerosas.
- Ocasionar la destrucción de las membranas de las células cancerosas.
- Bloquear el crecimiento celular para evitar el desarrollo del tumor.
- Prevenir el crecimiento de vasos sanguíneos, ya que para que un tumor crezca y sobreviva necesita suministro de sangre.
- Bloquear los inhibidores del sistema inmunológico para que las células que combaten el cáncer puedan trabajar más eficientemente.
- Entregar la radioterapia o la quimioterapia directamente a las células cancerosas, minimizando los efectos en las células sanas.
- Unirse a las células cancerosas y del sistema inmunológico, lo que puede fomentar los ataques del sistema inmune a las células cancerosas.
- Atacar directamente las células cancerosas: algunos de estos anticuerpos al unirse a una célula pueden hacer que se autodestruya.
Cuatro décadas después de su hallazgo en ciencia básica, el descubrimiento de Milstein —quien falleció en 2002— es uno de los que más contribuyó a mejorar las tasas de supervivencia y de calidad de vida de los pacientes con cáncer, y tiene por delante un enorme potencial para seguir transformando la historia de la medicina.
Academia Nacional de Medicina, Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, Mayo Clinic