La llegada del frío no implica el final del brote del dengue. Se espera que en julio los casos de personas infectadas comiencen a disminuir, pero según estudios realizados en la Ciudad de Buenos Aires por científicos del Conicet, las variaciones en la temperatura no aseguran que el Aedes aegypti desaparezca. Por eso, la eliminación de los criaderos de mosquitos debe realizarse todo el año.
El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti, al que se lo considera un mosquito “hogareño” porque vive en hábitats urbanos: cualquier recipiente que acumule agua en casas, departamentos u oficinas puede convertirse en un criadero.
Cuando el mosquito se alimenta con sangre de una persona enferma de dengue y luego pica a otras personas les transmite esta enfermedad. El contagio solo se produce por la picadura de los mosquitos infectados, nunca de una persona a otra, ni a través de objetos.
En plena cuarentena preventiva y obligatoria para controlar la pandemia de COVID-19, este año los casos de dengue crecieron a nivel nacional, con la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano como centros del brote.
Con la detección de circulación viral en 18 provincias del país, se superaron los registros del año 2016, cuando la Argentina enfrentó la peor epidemia de dengue de su historia con más de 40 mil casos confirmados.
El último boletín epidemiológico emitido por el Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud (SNVS) indica que desde agosto de 2019 hasta mediados de mayo, en el país, se notificaron más de 41 mil casos.
El informe oficial señala que en ese período se acumularon 41.754 casos, de los cuales 38.181 fueron confirmados por laboratorio o nexo epidemiológico, sin antecedente de viaje, mientras que 2.267 casos aún están en estudio. Se registraron 24 fallecimientos por dengue y otros 13 se encuentran en investigación.
La provincia de Jujuy registra la mayor incidencia acumulada del período, seguida por Misiones, Tucumán y Salta. Sin embargo, el mayor aporte de casos está concentrado en CABA, la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, que conforman la Región Centro, con más de 16.000 casos autóctonos registrados.
Pico hasta junio y descenso en julio
El dengue es una enfermedad endémica en Argentina y en más de 100 países del mundo, es decir, tiene una circulación constante a lo largo del tiempo y de un modo bastante predecible, en una determinada área o región.
Históricamente, en el país siempre hay un pico entre los meses de enero y febrero y otro entre marzo y junio. Los especialistas esperan que los casos de personas infectadas por dengue empiecen a disminuir con la llegada del frío.
Sin embargo, las variaciones en la temperatura no implican que desaparezca el mosquito, que también es agente transmisor de otras enfermedades, como zika y chikunguña. Por eso, las tareas de descacharrado y limpieza de recipientes deben hacerse todo el año.
Recién en julio se estima un descenso en el riesgo de contagio del dengue. Pero es un tema que está en estudio y ya hay varias investigaciones que indican que Aedes aegypti y frío pueden ir de la mano.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación afirman que, pese a que durante los meses de frío los mosquitos adultos reducen su actividad, si se encuentran en una casa, pueden conservar la temperatura de su interior. Sucede que los mosquitos adultos sólo mueren a muy baja temperatura (por debajo de los 12 grados y de manera sostenida) mientras que los huevos son capaces de sobrevivir durante el invierno.
El invierno no frena totalmente al Aedes aegypti
Mediante estudios experimentales en campo y laboratorio, el Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) comenzó a evaluar las variaciones a corto y largo plazo de las abundancias del mosquito Aedes aegypti en la Ciudad de Buenos Aires y los factores ambientales que favorecen su persistencia interanual, tanto en temporada cálida como fría.
Los investigadores estudiaron los efectos de las bajas temperaturas fluctuantes en la aptitud del mosquito en la Ciudad de Buenos Aires. Para eso, realizaron tres tratamientos a 12, 14 y 16 grados centígrados como temperaturas constantes, y otros tres a 12, 14, y 16 grados, con un margen de cuatro grados más o menos.
Luego, los especialistas analizaron la supervivencia, el tiempo de desarrollo y el tamaño de los mosquitos adultos para cada tratamiento. El trabajo, publicado en la revista de la Sociedad Americana de Entomología indica que la población del Aedes aegypti en CABA tiene una mayor tolerancia a las bajas temperaturas que las poblaciones de otras regiones geográficas evaluadas en estudios anteriores.
Los huevos de este mosquito son capaces de sobrevivir hasta un año sin agua y también resisten temperaturas bajas. Pero las investigaciones del grupo GEM de la UBA pusieron en duda que los huevos permanezcan en estado latente a lo largo de todo el invierno, para eclosionar a partir de la primavera, es decir, cuando la temperatura y la humedad aumentan.
Los investigadores han observado que la eclosión de los huevos del mosquito y el desarrollo del insecto no se detienen y que, de alguna manera, la población local de estos mosquitos estaría adaptándose a las condiciones invernales de la Ciudad de Buenos Aires. Se estima que durante el invierno puede eclosionar más del 45% de los huevos y una gran parte de las larvas puede desarrollarse y alcanzar el estado adulto.
Dengue y dengue grave
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que existen cuatro serotipos distintos de dengue, que están estrechamente emparentados: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. Cuando una persona se recupera de la infección, adquiere inmunidad de por vida contra ese serotipo en particular. Sin embargo, las infecciones posteriores (secundarias) causadas por otros serotipos aumentan el riesgo de padecer el dengue grave.
Los síntomas son fiebre acompañada de dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular y de articulaciones; náuseas y vómitos, cansancio intenso, aparición de manchas en la piel y picazón y/o sangrado de nariz y encías.
El dengue grave es una complicación potencialmente mortal porque cursa con extravasación de plasma, acumulación de líquidos, dificultad respiratoria, hemorragias graves o falla orgánica.
Hasta el momento, no existe tratamiento específico del dengue ni del dengue grave, pero la detección oportuna, no automedicarse y acudir inmediatamente al médico para recibir el tratamiento adecuado disminuyen las tasas de mortalidad por debajo del 1%.Y durante todo el año, la medida más importante de prevención es la eliminación de todos los criaderos de mosquitos.
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