La estimulación de las defensas naturales del organismo para combatir los tumores avanza sin pausa y sus aplicaciones se diversifican.
La inmunoterapia como tratamiento oncológico consiste en estimular las defensas naturales del cuerpo para ayude a combatir a los tumores. Para eso, los especialistas pueden emplear sustancias producidas por el organismo o desarrolladas en un laboratorio: con ellas buscan mejorar el funcionamiento del sistema inmunológico para encontrar y destruir a las células malignas.
El sistema inmunológico y los tumores
El sistema inmunológico consiste en un proceso complejo que el organismo desarrolla para combatir agentes externos como virus, bacterias o enfermedades. Este proceso involucra a sus células, órganos y proteínas. El cáncer puede eludir muchas de las defensas naturales de este sistema, lo que permite que los tumores continúen creciendo.
Hay diferentes tipos de inmunoterapia y trabajan de diversos modos: algunos tratamientos permiten ayudar al sistema inmunológico a detener o retrasar el crecimiento de las células cancerosas, mientras que el objetivo de otros es destruir a esas células o evitar que células de los tumores malignos se propaguen a otras partes del cuerpo.
A lo largo de la última década, los tipos de inmunoterapia se diversificaron y ahora existen distintos tratamientos: existen los anticuerpos monoclonales y también las terapias agnósticas tumorales, como los inhibidores de puntos de control. También las terapias de virus oncolíticos, las de células T y las denominadas vacunas contra el cáncer.
El tipo de fármaco, la dosis y el programa de tratamiento a aplicar a una persona con cáncer dependerán de factores muy variados, como el tipo de cáncer, el tamaño del tumor, la ubicación de éste y (en caso de que lo haya hecho) hacia dónde se ha diseminado.
Los especialistas también tienen en cuenta el estado general de salud del paciente, su edad, su peso corporal y hasta dónde puede tolerar los efectos adversos del tratamiento.
Anticuerpos monoclonales
Cuando el sistema inmune del organismo detecta algo dañino, produce anticuerpos, que son proteínas que combaten las infecciones uniéndose a los antígenos, moléculas que inician la respuesta inmunitaria en el organismo.
Los anticuerpos monoclonales se fabrican en un laboratorio para estimular los anticuerpos naturales del cuerpo o para que estos actúen como anticuerpos en sí mismos.
Pueden ayudar a combatir el cáncer de diferentes maneras, por ejemplo, pueden usarse para bloquear la actividad de proteínas anormales en las células cancerosas. Esto se conoce como “terapia dirigida” o tratamiento contra el cáncer que se enfoca en los genes, las proteínas o el entorno tisular específicos de un cáncer que ayudan a que el tumor crezca y sobreviva.
Tratamientos agnósticos tumorales
Otros tipos de anticuerpos monoclonales estimulan al sistema de defensas del organismo del paciente al inhibir o detener los puntos de control inmunitarios. ¿Cómo es esto?
El cuerpo normalmente utiliza un punto de control inmunitario para detener de forma natural la respuesta de las defensas del organismo y evitar que ataquen a células sanas. Sin embargo, las células cancerosas pueden esconderse del sistema inmunológico activando los puntos de control.
Los inhibidores de puntos de control detienen la capacidad de las células tumorales para detener la activación del sistema inmunológico y, a su vez, le dan mayor potencia a las defensas del paciente para ayudar a destruir las células malignas.
También hay algunos inhibidores de puntos de control que se usan para tratar tumores en cualquier parte del cuerpo centrándose en cambios genéticos específicos. Son los “tratamientos agnósticos tumorales”.
Otro tipo de inmunoterapias
Las inmunoterapias no específicas también ayudan al sistema inmunológico a destruir las células cancerosas. En general, se aplican después o junto con otros tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia o la radioterapia.
Existe otra forma de inmunoterapia que se basa en la utilización de virus oncolíticos, es decir, virus que fueron modificados en un laboratorio para destruir las células cancerosas. Primero, el médico inyecta en el tumor el virus modificado genéticamente. Luego, el virus ingresa a las células cancerosas y hace una copia de sí mismo. Como resultado, esto hace que las células cancerosas estallen y mueran.
A medida que las células mueren, liberan proteínas que activan al sistema inmunológico de la persona enferma para atacar cualquier célula cancerosa que tenga las mismas proteínas que las células cancerosas muertas. El virus no entra en las células sanas.
Y hay más. Son las terapias de células T, que son células inmunitarias que combaten las infecciones y, si el médico recurre a este tipo de inmunoterapia, lo que hará es extraer las células T de la sangre de la persona con cáncer. Luego, los especialistas agregarán a esas células T proteínas específicas llamadas receptores, que permiten a las primeras reconocer a las células cancerosas. Las células T modificadas se vuelven a colocar en su organismo. Una vez allí, encuentran y destruyen a las moléculas cancerosas.
¿Vacunas contra el cáncer?
Hay dos tipos de vacunas contra el cáncer: de prevención y de tratamiento. En este caso una vacuna expone el sistema inmunológico del paciente oncológico a una proteína extraña, denominada antígeno. Esto hace que el sistema inmunitario reconozca y destruya ese antígeno o sustancias relacionadas.
Fuentes: Journal for InmunoTherapy of Cancer, BMJ Journals. Cancer Research Institute. Cleveland Clinic: Inmunotherapy. Instituto Nacional del Cáncer, Ministerio de Salud de la Nación, Argentina.