Es oportuno promover conductas básicas relacionadas con la alimentación, la hidratación y la exposición al sol, especialmente en adultos mayores, niños, embarazadas y pacientes con enfermedades crónicas durante las olas de calor.
Mantenerse hidratado, reconocer la necesidad de ingerir agua y realizar actividad física por la mañana temprano o luego de la caída del sol son algunos de los consejos que cada año, durante los meses del verano y las olas de calor, es necesario difundir para evitar o reducir el impacto negativo de las altas temperaturas en la población en general y, sobre todo, en las personas más vulnerables como bebés, niños pequeños, personas mayores de 65 años y pacientes con enfermedades crónicas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Meteorología (OMM), una ola de calor se define como un período excesivamente cálido en el cual las temperaturas máximas y mínimas superan, por lo menos durante 3 días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores que dependen de cada localidad.
Entonces, el calor extremo -con temperaturas máximas récord en gran parte del país, que se ubican entre los 35° y 42°C- puede desencadenar serios problemas de salud, ya que el cuerpo humano se ve obligado a realizar un esfuerzo mayor para mantener la temperatura corporal normal.
El calor extremo puede desencadenar serios problemas de salud, ya que el cuerpo humano se ve obligado a realizar un esfuerzo mayor para mantener la temperatura corporal normal
Los efectos negativos de la ola de calor van desde calambres musculares, debilidad y fatiga, hasta mareos, náuseas, pulso rápido, dolor intenso de cabeza, confusión y pérdida de conciencia, síntomas de lo que se denomina golpe de calor, que puede ser un cuadro grave y requerir hospitalización. Esto puede ocurrir cuando, tras una exposición prolongada a temperaturas elevadas, el cuerpo de la persona se calienta demasiado y se deshidrata: pierde agua y sales esenciales para su buen funcionamiento.
Consejos para combatir el calor
- Beber abundante agua. Ingerir más líquido del habitual, en especial agua fresca y de fuente confiable durante todo el día, aun si no se tiene sed. Se aconseja beber dos litros por día: dos vasos de agua al despertar, al menos ocho vasos durante el día y uno antes de acostarse. Es importante mantener el agua correctamente envasada (en botellas o bidones limpios y cerrados) en la heladera, en lugares limpios y alejada de fuentes de calor. Respecto de las bebidas alcohólicas, las azucaradas o aquellas con cafeína, consumirlas de manera moderada y siempre que no exista contraindicación médica.
- Evitar la comida en exceso. Se sugiere optar por comidas livianas, equilibradas y frescas, como ensaladas, e incluir frutas y verduras a la alimentación diaria, ya que ayudan a reponer las sales perdidas por el sudor. En cuanto a la conservación de los alimentos, es importante desechar cualquier producto que pueda haber perdido la cadena de frío y también los comestibles enlatados cuyos envases estén abiertos, dañados o inflados.
- Resguardarse del sol. Evitar la exposición directa al sol en los horarios de mayor temperatura, principalmente entre las 10 y las 16 horas. Además, es importante utilizar protección solar que debe colocarse previamente a la exposición (30 minutos antes), repitiendo su aplicación cada 2 horas y después de sumergirse en el agua o sudar. Si es necesario permanecer en exteriores, procurar ubicarse a la sombra o lejos del calor.
- Vestir ropa liviana y clara. Usar prendas de colores claros porque los oscuros absorben más la radiación solar. También utilizar sombreros o gorras y anteojos de sol con protección frente a rayos ultravioletas.
- Mantener los ambientes frescos. Aprovechar las primeras horas de la mañana, cuando las temperaturas suelen ser más bajas, para abrir las ventanas y ventilar. Luego, es fundamental bajar las persianas, toldos y cortinas, apagar la mayor cantidad posible de luces y dispositivos eléctricos, evitar prender el horno y usar el aire acondicionado a 24 grados con la función de deshumidificación.
- Reducir la actividad física. Evitar la realización de deportes en el exterior en las horas de más calor. Se recomienda hacer ejercicio físico por la mañana temprano o luego de la caída del sol, siempre con ropa liviana y una adecuada hidratación.
- No automedicarse. Consultar siempre con un profesional médico sobre las medidas suplementarias a adoptar si se tiene alguna enfermedad de riesgo. Mantener el contacto con las personas consideradas más vulnerables para poder valorar su situación concreta y prevenir efectos graves de las altas temperaturas. Ante la aparición de síntomas de golpe de calor, trasladar a la persona a la sombra, a un lugar fresco y tranquilo, hacer que mantenga la cabeza un poco alta, intentar refrescarlo mojándole la ropa, aplicarle hielo en la cabeza, darle de beber agua fresca o un poco salada y solicitar ayuda médica.
Fuentes: Ministerio de Salud de la Nación / Organización Mundial de la Salud (OMS)/ Organización Mundial de Meteorología (OMM)/ Cruz Roja.