La enfermedad renal crónica afecta a 1 de cada 8 argentinos. Transcurre de manera asintomática y suele detectarse tarde.
Los riñones son uno de los órganos a los que, normalmente, menos atención le prestamos. Sin embargo, los especialistas calculan que 1 de cada 8 personas en la Argentina tienen una enfermedad renal crónica, que afecta las funciones de los riñones a lo largo del tiempo.
Sin embargo, la mayoría de los afectados desconoce que la tiene y alrededor del 2% de la población está en alto riesgo de presentar alguna enfermedad cardiovascular o evolucionar hacia la necesidad de diálisis o trasplante renal.
Pero, desde el año que vivimos en pandemia, la enfermedad renal suma un nuevo frente: aunque no coloca a los pacientes en mayor riesgo de enfermar de Covid-19, sí los pone en riesgo de presentar un cuadro más severo de la enfermedad.
Alrededor de una de cada tres personas que ingresan al hospital con Covid-19 desarrollará una lesión renal aguda, una disminución repentina de la función renal, aun cuando nunca hayan tenido enfermedad en los riñones.
Esta tasa de lesiones aumenta a más de la mitad para aquellos que se enferman gravemente y necesitan cuidados intensivos. En la mayoría de los casos, estos pacientes requerirán diálisis de emergencia.
¿Por qué sucede esto? No hay razones determinantes, pero las hipótesis apuntan a que los enfermos de Covid-19 más grave sean personas de más edad y que, por lo tanto, tengan otras enfermedades crónicas, como diabetes, factores de riesgo para tener un Covid-19 riesgoso. Además, estos pacientes también pueden tener un sistema inmunológico debilitado. Y en ese mismo tren, las personas que han recibido un trasplante de riñón también son más susceptibles de padecer más fuertemente los efectos del coronavirus SARS-CoV-2.
El riñón envejece, tal y como lo hace el resto del organismo, pero además hay factores de riesgo que pueden contribuir a dañarlo: la hipertensión y la diabetes, por ejemplo. La obesidad, que tiene incidencia directa sobre la diabetes y la hipertensión, también influye: los riñones de las personas con exceso de peso tienen sobrecarga de trabajo para alcanzar las demandas metabólicas del organismo.
Pero, además, y luego de los 50 años, es preciso concurrir anualmente al médico para hacerse un chequeo y detectar a tiempo problemas renales, que no suelen dar señales cuando todavía son leves. De hecho, el 10% de la población mundial tiene algún grado de insuficiencia renal y muchas de esas personas no lo saben porque aún no tienen síntomas.
Sin embargo, y cuando la enfermedad renal ya ha avanzado, hay signos de alerta que indican a la persona que los presenta que cuanto antes debe realizar una consulta médica: edema (hinchazón por acumulación de líquido) en las piernas o en la cara, cambios de color en la orina por posible presencia de sangre y aumento súbito de la presión arterial.
En función de mantener a los riñones saludables por más tiempo y prevenir la aparición de la enfermedad renal, los especialistas aconsejan hidratarse bien (contribuye, entre otras cosas, a eliminar sales que se acumulan y lastiman a los riñones), no fumar y comer con poca sal, tener una alimentación a base de verduras y frutas, y hacer algún tipo de actividad física.
Además, es preciso controlar los niveles de glucosa en sangre. Alrededor de la mitad de las personas con diabetes desarrolla algún grado de daño renal, por lo que es importante que se realicen regularmente análisis de creatinina y proteinuria, que son los marcadores clínicos de la función renal.
También es imprescindible chequear los niveles de la presión sanguínea, porque es el principal factor de riesgo para la enfermedad renal crónica, y evitar el consumo excesivo de medicamentos antiinflamatorios porque pueden dañar los riñones.
A medida que el riñón enferma y la enfermedad renal avanza, aparecen complicaciones en la salud de la persona afectada. Anemia, alteración en la osificación o formación de huesos, aumento de ácido úrico y artritis, hipertensión arterial y edemas. En los casos más severos puede aparecer prurito, irritabilidad, somnolencia y compromiso severo a nivel neurológico y cardiovascular.
El tratamiento principal es, en realidad, la prevención. Una vez instalada la enfermedad, los especialistas intentarán que ésta no progrese hacia estadios más severos por medio de medicamentos que permiten retrasar el avance del trastorno y tratar las complicaciones.
Pero, si nada de esto funciona, o si la enfermedad renal es detectada ya en una etapa muy avanzada, la diálisis y el trasplante renal serán las opciones.
Estudio multicéntrico de prevalencia de Enfermedad renal crónica- Revista Nefrología Argentina | ISSN 2591-278X/ Año 2019 | Edición Marzo | Vol. 17 | Nro. 1. Organización Panamericana de la Salud, OPS. Ministerio de Salud de la Nación, Argentina. Centers for Disease Control and Prevention, CDC.