La investigación de más de 1.000 genomas humanos indica que esta infección fue un importante factor de mortalidad en los últimos 2.000 años de Europa.
El Covid-19 – causado por el coronavirus SARS-CoV-2- es la última enfermedad infecciosa que causó un gran impacto en la vida humana. Pero hubo otras muchas antes, como la peste negra, la gripe española y la tuberculosis. Este año se cumplen 139 años del descubrimiento de la bacteria que provoca la tuberculosis, hito que posibilitó diagnosticar y curar una de las enfermedades más antiguas que afectan al hombre.
Desde 1982 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el 24 de marzo como el Día Mundial de la Lucha contra la Tuberculosis, conmemorando la fecha que en 1882 el doctor Roberto Koch diera el paso más importante para el tratamiento y control de esta enfermedad, logro que lo llevó a recibir el Premio Nobel de Medicina en 1905. Es una gran oportunidad para concientizar y alcanzar un compromiso global para ponerle fin definitivamente.
Enfoque genético y sistema inmunitario
Desde la antigua Grecia, la tuberculosis recibió diferentes nombres: “tisis”, “la plaga blanca” en el siglo XVIII debido a la palidez de los pacientes y “consunción” en el siglo XIX, aún después de que el naturalista y profesor de medicina alemán Johann Schonlein la llamó tuberculosis.
Lo cierto es que ahora, a partir de un reciente estudio publicado en la revista American Journal of Human Genetics, se sabe cómo esta enfermedad afectó a las sociedades europeas en los últimos 2.000 años, es decir, cómo dio forma al sistema inmunitario humano.
El nuevo trabajo analizó más de 1.000 genomas de antiguos humanos europeos para reconstruir cómo la genética puede afectar al sistema inmunitario. Los autores, investigadores del Instituto Pasteur de Francia, descubrieron que la tuberculosis fue un importante factor de mortalidad en la historia del continente.
Los científicos utilizaron datos de más de 1.000 genomas de antiguos humanos europeos y detectaron que la variante P1104A (del TYK2), que aumenta el riesgo de una persona de tener una tuberculosis clínicamente manifiesta, apareció por primera vez hace más de 30.000 años. Otros análisis revelaron que la frecuencia de la variante disminuyó drásticamente hace unos 2.000 años, cuando las formas actuales de cepas infecciosas de la bacteria causante de la tuberculosis se hicieron prevalentes.
La importancia de esta investigación, sostienen los autores del trabajo, reside en la utilización de un enfoque de genética de poblaciones para reconstruir la historia de una epidemia, herramienta que permite estudiar la historia y las implicaciones de muchas variantes genéticas diferentes para múltiples enfermedades infecciosas.
Tuberculosis y COVID-19
La tuberculosis es una enfermedad causada por una bacteria denominada Mycobacterium tuberculosis, que afecta principalmente a los pulmones, pero también a otras partes del cuerpo como los riñones, los huesos de la columna vertebral y el sistema nervioso central. Se transmite de persona a persona a través del aire. Tiene cura, sobre todo si su detección es temprana y el tratamiento es adecuado. Es fundamental la aplicación de la vacuna BCG al nacer, como única dosis en la vida: no previene la enfermedad, sino las formas graves en los pacientes más vulnerables como niños y recién nacidos.
La tuberculosis comienza con dificultad para respirar y dolor en el pecho, síntomas presentes también en el Covid-19. La Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) afirma que es necesario garantizar los servicios de tratamiento de la tuberculosis y realizar diagnósticos diferenciales precoces, para que el coronavirus no “tape” la tuberculosis.
Debe resaltarse que es importante realizar el diagnóstico oportuno de la tuberculosis, incluyendo pruebas de sensibilidad a los medicamentos anti-tuberculosis que fueran necesarios y la detección sistemática de contactos y grupos de alto riesgo. Una vez instaurado un tratamiento, se requiere un seguimiento y adherencia durante al menos seis meses, dependiendo del caso.
En ese contexto, un trabajo científico publicado en The Lancet en noviembre pasado detalla que un análisis en 49 pacientes con ambas afecciones determinó que a un 53% se les diagnosticó tuberculosis antes que el nuevo coronavirus, al 28,5% inicialmente Covid-19 y al 18,3% las dos enfermedades.
A pesar de tratarse de un mal prevenible y curable, la tuberculosis se encuentra entre las diez primeras causas de muerte en el mundo de acuerdo con las estadísticas de la OMS. En el informe global sobre tuberculosis del año pasado, el organismo internacional reportó una incidencia de 10 millones de casos nuevos, 8,2% de ellos asociados al VIH y una carga de mortalidad de 1,4 millones.
En la Argentina la tuberculosis sigue siendo un importante problema de salud pública. Según datos de AAMR, se encuentra dentro de los países con mediana a baja incidencia de la enfermedad y reporta cerca de 11.500 casos nuevos anuales.
Organización Mundial de la Salud (OMS); Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC); Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR); American Journal of Human Genetics (AJHG); The Lancet Global Health.