Los casos de Estados Unidos y Europa son una muestra de cómo los prejuicios y la información falsa son una amenaza para la salud pública.
Falsas creencias, prejuicios y una cadena de informaciones erróneas que se replican llevaron a que los casos de sarampión en Estados Unidos hayan llegado al nivel más alto en los últimos 25 años y el país esté en serio riesgo de perder el estatus de eliminación de la enfermedad que alcanzó en 2000.
Lo que está ocurriendo allí es un caso testigo. El sarampión es una enfermedad muy transmisible, que puede producir complicaciones graves como neumonía viral, sobreinfección bacteriana, encefalitis e inclusive la muerte. La causa un virus, para el cual no hay tratamiento pero sí hay una vacuna segura, eficaz y accesible desde 1963. Antes de que se generalizara su uso, el sarampión ocasionaba unas dos millones de muertes al año en el mundo.
Las estrategias de vacunación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) venían reduciendo significativamente esa cifra. Entre 2000 y 2017, la cantidad de muertes por esta enfermedad cayó un 80%. No obstante, en 2017 hubo unas 100.000 muertes por sarampión, la mayoría niños menores de cinco años y en países en desarrollo.
Una amenaza global
“La eliminación del sarampión se encuentra seriamente amenazada”, advirtió recientemente un grupo de expertos de la OMS. En países de bajos ingresos, el acceso a las prestaciones de salud es difícil y allí suele encontrarse la razón de las tasas de vacunación insuficientes, pero ¿cómo se explica que el sarampión sea hoy un problema en los países desarrollados?
La causa hay que buscarla en los movimientos antivacunas. En 1998, la revista científica The Lancet publicó un artículo del médico Andrew Wakefield que relacionaba la vacuna triple viral (contra el sarampión, las paperas y la rubeola) con casos de autismo. 12 años después, se reveló el fraude: La investigación no era seria, Wakefield había manipulado los resultados porque buscaba imponer una nueva vacuna y un kit diagnóstico. Ambos desarrollos nunca salieron al mercado, pero el daño se continúa hasta hoy.
Aunque The Lancet se rectificó, aquel estudio fue desacreditado mundialmente por la comunidad científica y Wakefield fue sancionado por el Colegio Médico del Reino Unido –se le retiró la matrícula-, determinados movimientos antivacunas siguen sosteniendo esa supuesta relación de las vacunas con el autismo.
“La vacuna contra el sarampión es una de las mejores inversiones en salud pública”, reiteró la OMS en un comunicado. Pese a esto, en varios países europeos las agrupaciones contrarias a la vacunación recibieron apoyos de determinados sectores de la comunidad médica e incluso de algunos funcionarios de gobierno. ¿Las consecuencias? El brote de sarampión en Europa ya es el más letal en lo que va de este siglo, con 35 fallecidos y más de 12.000 casos en 2018. En Estados Unidos, sólo en los primeros cinco meses de 2019 se registraron casi 1.000 casos.
La situación en Argentina
Gracias a la vacunación, Argentina logró eliminar la circulación endémica del virus sarampión en 2000, cuando se registró el último caso endémico. Desde entonces, y hasta diciembre de 2018, se informaron 43 casos importados. De todos modos, la situación epidemiológica mundial y el movimiento de viajeros hacia y desde países con circulación viral -Venezuela y Brasil tuvieron un significativo aumento de casos- elevan el riesgo de importación y de desarrollo de brotes.
Ante esto, el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación reiteró la importancia de contar con el esquema de vacunación completo según la edad:
- De 12 meses a 5 años: una dosis de la vacuna triple viral.
- Mayores de 5 años: dos dosis de doble o triple viral.
- Personal de salud: dos dosis de doble o triple viral.
- Personas nacidas antes de 1965: no necesitan vacunarse porque se consideran protegidas por haber estado en contacto con el virus.
- Niños entre 6 y 11 meses que viajen al exterior: una dosis adicional de vacuna triple viral. En los menores de 6 meses, se sugiere aplazar el viaje porque la triple viral está contraindicada.
- Quienes presentan serología IGG positiva para sarampión también se consideran inmunes.
Organización Mundial de la Salud, Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, Centros para la Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU. y Europa, The New York Times