La diabetes, el cáncer y las patologías cardiovasculares tienen un alto impacto en la calidad de vida de las personas.

Las enfermedades no transmisibles causa de discapacidad NOTA

En Argentina, una de cada 10 personas mayores de seis años tiene algún tipo de dificultad, según el Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad que se hizo en 2018. La prevalencia es similar entre hombres y mujeres, y también lo es en las distintas regiones del país. En uno de cada cuatro hogares (25,5%) hay al menos una persona con discapacidad.

Según esta encuesta, el 59% de la población con dificultad tiene sólo una y el 30,5% tiene dos dificultades o más. Entre la población con una dificultad, la más prevalente es la motora (25,2%), seguida por la visual (13,5%), la auditiva (11%) y la mental-cognitiva (7,5%). 

El estudio aporta otros datos muy significativos. Al analizar las franjas etarias de las personas con discapacidad, el porcentaje va subiendo a medida que aumenta la edad: así, de un 5% entre los 6 y 14 años, se llega al 25,4% entre los 65 y 79 años y al 46,6% a partir de los 80. Esto se complementa con otro dato relevante: el 82,3% adquirió su dificultad después del nacimiento. Respecto del origen, el 16,5% fue por un accidente (de tránsito, laborales, deportivos, domésticos) y el 44,8%, por una enfermedad

Envejecimiento y ENT 

Los cambios demográficos muestran que las personas hoy viven más, pero también que atraviesan períodos más prolongados de mala salud. Con una población más envejecida, la carga de las enfermedades no transmisibles (ENT) suma una presión cada vez más difícil de atender para los sistemas sanitarios en todo el mundo, en especial en los países de bajos y medianos ingresos. 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia de las enfermedades no transmisibles como la diabetes, los problemas cardiovasculares y el cáncer, aumentó un 40% a nivel mundial entre 1990 y 2017. 

En la actualidad, los principales factores de riesgo y discapacidad están relacionados con la hipertensión arterial, el tabaquismo y la hiperglucemia. Respecto de la carga de la discapacidad de las ENT, el organismo de las Naciones Unidas registra un aumento del 52% en el mismo período y contabiliza más de 1.000 millones de personas en todo el mundo viviendo con alguna discapacidad.

Además de la discapacidad, las enfermedades no transmisibles también son una causa de dependencia funcional. Este concepto se refiere a la dificultad para realizar actividades de la vida diaria, para las cuales la persona necesita asistencia de manera prolongada. 

De acuerdo a un informe reciente del Banco Interamericano del Desarrollo, en América Latina el 12% de las personas mayores de 60 años, unos ocho millones de latinoamericanos, tiene dependencia funcional, cifra que se elevará a 27 millones en 2050. La relación entre dependencia, discapacidad y edad, señala el organismo, es muy evidente en todos los países de la región iberoamericana.

Todas estas estadísticas marcan la necesidad de prestar urgente atención a la prevención de las enfermedades no transmisibles desde políticas públicas, para garantizar el acceso a los métodos de diagnóstico y a las alternativas terapéuticas para enfrentarlas, al tiempo que también se facilite la disponibilidad de sistemas de cuidado equitativos

Para la industria farmacéutica, estas patologías se encuentran entre sus prioridades en el desarrollo de líneas de investigación que permitan aportar nuevas opciones y abordajes para enfrentarlas. También es necesario un compromiso de la sociedad civil y de los individuos en particular para adoptar hábitos saludables, como dejar de fumar, limitar el consumo de alcohol, mantener una vida activa y una alimentación adecuada. 

Fuente: Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad, Banco Interamericano de Desarrollo, Organización Mundial de la Salud

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Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.

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