Es una enfermedad que, en su grado severo, dificulta la vida diaria de los pacientes. Empiezan a llegar a la Argentina los primeros medicamentos biológicos específicos para tratarla.
Una de cada diez personas desarrollará esta enfermedad alguna vez en su vida. Se trata de un trastorno inflamatorio y crónico cuyo síntoma principal es una picazón intensa de la piel, acompañada de dolor, enrojecimiento y secreciones. Cuando la persona se rasca con intensidad, puede dar lugar a infecciones.
Su versión leve es la más frecuente, suele iniciarse en la infancia y en un elevado porcentaje de casos revierte con el tiempo.
Sin embargo, tres de cada diez pacientes continúan sufriéndola después de la pubertad, y hay quienes comienzan a presentarla en la adultez. Alrededor del 5% de las personas adultas que la tienen, la padecen en un grado severo.
No se contagia de persona a persona y, aunque aún no se conoce su origen, se sabe que se desarrolla a partir de una respuesta hiperactiva del sistema inmune, que origina un proceso inflamatorio.
La mitad de los pacientes con dermatitis atópica de moderada a grave también sufren de asma, rinitis alérgica y alergias alimentarias, condiciones asociadas al mismo proceso inflamatorio.
Ansiedad y trastornos del sueño son solo algunos de los trastornos que produce la DA, más allá de los problemas puntuales de la piel. Una encuesta realizada por la Asociación de Dermatitis Atópica Argentina (ADAR), muestra que 8 de cada 10 pacientes duermen mal.
Las personas que presentan dermatitis atópica aseguran que, en los casos más severos, hasta ducharse puede doler. Cuatro de cada diez pacientes sienten vergüenza por su condición y uno de cada dos se manifiesta frustrado por su enfermedad con frecuencia o siempre. Además, produce tres veces más ausentismo laboral.
Hasta el momento no hay una prueba definitiva para diagnosticar la enfermedad, sino que el médico de cabecera, el dermatólogo o el alergólogo, se basarán en la historia clínica y en las manifestaciones cutáneas de la persona afectada.
Cuando la dermatitis atópica es leve, puede ser controlada mediante el uso de terapias de aplicación tópica, como cremas emolientes, soluciones, ungüentos y lociones. Dichas vías de administración pueden contener corticoides tópicos, medicamentos antiinflamatorios que se usan en la zona de la erupción de la piel.
La dermatitis atópica en algunas ocasiones requiere antibióticos, para tratar las infecciones causadas por bacterias; antihistamínicos, para ayudar a que la persona pueda dormir por la noche y evitar el rascado nocturno; y actualmente están apareciendo nuevas drogas que modulan el sistema inmune.
A la Argentina, ya llegó el primero de los medicamentos biológicos indicados para tratar la dermatitis atópica severa en adultos y se espera la el arribo de más opciones de esta categoría para el futuro próximo.
Son medicamentos que han demostrado mejorar la extensión y severidad de las lesiones en la piel y una reducción significativa de la picazón, que es el factor que más impacta en el día a día de los pacientes.
La comunidad médica confía en que está cambiando el paradigma de tratamiento de esta enfermedad, para los casos severos, y recomiendan que aquellos que se han frustrado con tratamientos anteriores o que no han consultado con un especialista, vuelvan al dermatólogo porque hoy podrán contar con mejores herramientas para el manejo de su enfermedad.
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Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.