El mayor costo que pueden tener los nuevos medicamentos se compensa ampliamente con menos internaciones, prácticas médicas e indicación de otros fármacos.
Los medicamentos innovadores tienen muchos beneficios para los pacientes, prolongando su expectativa de vida y mejorando la calidad de la misma. Pero además de las mejoras de los indicadores de salud, tienen también un impacto económico significativo, reduciendo los gastos y la inversión en atención sanitaria.
Los fármacos innovadores son responsables de un aumento del 73% en la esperanza de vida en los países occidentales: de los 1,74 años de esperanza de vida ganada en las naciones de la OCDE entre 2000 y 2010, 1,27 años son consecuencia directa de la investigación y desarrollo en la industria farmacéutica.
Más años vividos, con los consecuentes beneficios en la productividad, no son el único dato económico relevante respecto de este tema. Diversos estudios internacionales respaldan, con estadísticas, cómo la innovación también significa ahorro en los sistemas médicos. Esto se debe no sólo a que los tratamientos son más eficaces, sino a que en muchos casos mejoran también la adherencia, lo que reduce el riesgo de recaídas y es especialmente importante en el caso de las enfermedades crónicas.
Aunque en general los nuevos medicamentos son más caros que aquellos que sustituyen, son más efectivos, tanto cuando se habla de los biotecnológicos como de los fármacos de síntesis química. Así, ocurre lo que se llama efecto compensación (offset effect), ya que pueden sustituir a procedimientos quirúrgicos más caros y evitar o acortar internaciones. Los costos sanitarios directos que pueden recortarse son, además de los días de hospitalización, las visitas a profesionales sanitarios, la atención en los servicios de urgencia, las pruebas diagnósticas, la asistencia sanitaria domiciliaria y el transporte medicalizado, entre otros. Entonces, esa mayor inversión redunda en un ahorro incluso más grande.
Los indicadores del ahorro
Una investigación realizada por el BID en América Latina, por ejemplo, señaló que las intervenciones tempranas y una eficiente atención primaria podrían evitar en la región seis millones de hospitalizaciones anuales causadas por enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes, el 16% del total.
El profesor de la Universidad de Columbia Frank R. Lichtenberg ya había determinado en 2001 que si un medicamento de 15 años de antigüedad era reemplazado por uno de 5,5 años, el costo farmacéutico se incrementaba en promedio en 18 dólares anuales, mientras que el gasto hospitalario y la pérdida de productividad asociada a la enfermedad se reducía en unos 75 dólares, un ratio de reducción de 3,9 veces.
En los años siguientes, siguió estudiando esta relación, la que también fue analizada por otros expertos. Sólo en Estados Unidos, las investigaciones realizadas en los últimos años demuestran que por cada unidad adicional de gasto farmacéutico se logra un ahorro neto del gasto sanitario entre 2,4 y 8,3 veces mayor, especialmente por las hospitalizaciones que se evitan.
Esta relación también se verificó en análisis realizados en Canadá y en Europa. En España, se determinó que un aumento del gasto farmacéutico hospitalario de 2,5 euros per cápita generó una reducción de 3,6 euros en el resto de los costos de atención, con un ahorro neto de 1,1 euros per cápita en el gasto hospitalario total.
Estos beneficios se verifican en variedad de patologías. Por ejemplo, en el tratamiento de la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, el asma y la depresión, los nuevos medicamentos pueden generar un ahorro neto de costos hospitalarios de entre 0,9 y 3,7 veces. Y en uno de los casos en los que se demuestra cómo la innovación es una estrategia costo-efectiva es en el VIH.
En EE.UU., los nuevos antirretrovirales multiplicaron por seis el gasto farmacéutico entre 1993 y 2001, pero no sólo aumentaron la esperanza de vida en 13,4 años sino que redujeron a la mitad el gasto hospitalario asociado a esos pacientes.
Todos estos datos no están contemplando los costos sanitarios indirectos que también se reducen, como pérdidas de la productividad laboral como consecuencia de la morbilidad y mortalidad asociadas a la enfermedad. Así, si se tomaran en cuenta también estos indicadores, el ahorro que genera la inversión farmacéutica crece exponencialmente.
Farmaindustria, Banco Interamericano de Desarrollo, El valor del medicamento desde una perspectiva social.