Es un elemento clave de prevención. De qué manera leer los rótulos y qué cantidad aplicar.
El cáncer de piel es un tipo de cáncer frecuente y uno de sus principales factores de riesgo es la exposición a los rayos ultravioleta (UV). Por eso, hay medidas de prevención que pueden tomarse. Y, si bien deben sostenerse durante todo el año, en el verano -con la mayor exposición al aire libre- es cuando se hace mayor hincapié en la importancia del uso del protector solar y de su uso correcto.
Evitar el sol es la principal recomendación para reducir el riesgo de cáncer de piel, ya que quienes se exponen repetidamente a los rayos ultravioletas tienen mayores probabilidades de desarrollar esta enfermedad.
El protector solar resulta fundamental para disminuir el daño solar. Estos productos combinan fotoprotectores físicos -que reflejan y dispersan la radiación- con fotoprotectores químicos, que absorben los rayos UVA (los que provocan envejecimiento prematuro de la piel) y los UVB (que broncean y provocan las quemaduras solares).
Es importante entender que ningún protector solar impide completamente el efecto de la radiación ultravioleta, incluso en los casos en que la etiqueta diga “bloqueador”, “pantalla total” u otros rótulos que den esa idea. Estos productos por lo general tienen un alto grado de protección, pero esta no es absoluta.
Cómo leer la etiqueta del protector solar
Frente a la góndola, nos encontramos con mucha información en la etiqueta y esto puede confundir a la hora de comprar un fotoprotector efectivo. La clave del nivel de protección está dada por el Factor de Protección Solar, que se identifica con la sigla FPS.
Este factor está relacionado con otro indicador, que es el DME, otra sigla que refiere a la dosis mínima de eritema, esto es, la menor dosis de radiación que hace que la piel se enrojezca.
El número que nos indica el FPS es el tiempo de exposición al sol necesario para que la piel se enrojezca, y no es un estándar, sino que depende de cada persona. Si mi piel tarda 10 minutos en enrojecerse sin protección, al usar un factor 30 tardaría 300 minutos. Esa es la relación y lo que debe tenerse en cuenta al elegir un fotoprotector.
A su vez, para que sea más simple la comprensión por parte de los consumidores, los protectores se suelen clasificar en categorías según su FPS. Hay diferencias entre los organismos regulatorios, pero este es el criterio que establece la FDA estadounidense:
- Protección mínima: FPS 2 – 4
- Protección moderada: FPS 4 – 8
- Protección alta: FPS 8 – 12
- Protección muy alta: FPS 12 – 20
- Protección ultra alta: 20 – 30
Cómo utilizar correctamente el protector solar
En primer lugar, a la hora de comprar un protector solar es importante verificar que proteja contra los rayos UV y UVA. La Sociedad Argentina de Dermatología recomienda utilizar un FPS 30 o más.
Los protectores solares deben descartarse después de un año o dos, porque pierden su efecto. Y al utilizarlo, hay que tener en cuenta que su efectividad depende de factores como el viento, la humedad y la transpiración.
La aplicación es también determinante en su efecto: debe utilizarse correctamente en cantidad y en cobertura de las zonas expuestas.
Hay que ponerse protector solar también en las orejas, el cuero cabelludo, los labios, la nuca, el cuello, los pies y las palmas de las manos. El protector debe colocarse por lo menos 20 minutos antes de la exposición al sol, y reaplicarse cada dos horas, después de sudoración intensa o de bañarse.
Hay que tener en cuenta también que algunos protectores pueden perder su eficacia con ciertos repelentes solares y, en esos casos, hay que aplicarlos con más frecuencia.
Respecto de cuánto se debe utilizar, una regla es aplicar una línea de protector sobre dos dedos de la mano: esa es la cantidad que se debería aplicar en el rostro. Para el cuerpo son unos 30 ml, el equivalente a dos cucharadas.
El mito del bronceado saludable
Muchas veces se escucha hablar de un “bronceado saludable”. Pero los especialistas advierten que este concepto no existe, porque el bronceado es, justamente, una reacción al daño que los rayos UV ya causaron en la piel.
Por eso es imprescindible contar con fotoprotección si estamos expuestos al sol, pero también tomar otras medidas preventivas:
- Evitar la exposición al sol entre las 10 y las 16, y protegerse a la sombra.
- Proteger especialmente a los niños. Los menores de un año no deben exponerse al sol.
- Cubrirse la cabeza con sombreros.
- Utilizar anteojos de sol, porque los rayos ultravioleta también pueden afectar a la vista.
- Utilizar protector solar en todas las épocas del año, siempre que estemos expuestos al sol, y tener en cuenta que las nubes no impiden el paso de los rayos ultravioleta.
Tipos de cáncer de piel
En líneas generales, existen tres tipos principales de cáncer de piel:
- Carcinoma de células basales. Es más frecuente y se da en pacientes con pieles muy blancas que no se broncean, pero sí se queman o enrojecen, y en pacientes con pieles muy dañadas por el sol.
- Carcinoma de células escamosas. También aparece en el caso de daño solar y/o en pieles blancas que no se broncean, pero siempre se enrojecen o con pecas.
- Melanoma. Es el menos común de los cánceres de piel, pero el que causa mayor mortalidad. Tiene más probabilidades de diseminarse a otras partes del cuerpo. Además de quienes tienen pieles con las mismas condiciones que los tipos anteriores, el riesgo de melanoma se eleva para quienes tienen antecedentes familiares, muchos lunares o lunares atípicos.
El control anual de los lunares con un dermatólogo es fundamental para una detección temprana, ya que diagnosticado a tiempo el cáncer de piel suele tener un buen pronóstico. También lo es el autoexamen de la piel para detectar irregularidades que puedan ameritar una consulta médica.
Fuente: Sociedad Argentina de Dermatología, Ministerio de Salud, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, ISDIN y Garnier