Los desafíos que planteó el Covid-19 han sido mayúsculos e inéditos. Qué aprendizajes deben tener en cuenta los sistemas de salud para el futuro.
La pandemia de coronavirus fue un desafío sanitario enorme en la historia de la humanidad, que tuvo también una respuesta sin precedentes. Frente a la necesidad urgente de métodos de diagnóstico, tratamientos y –especialmente- vacunas que pudieran hacer frente al SARS-CoV-2, la industria biofarmacéutica mostró una capacidad de innovación y colaboración que permitió tener resultados en tiempo récord y contener la pandemia.
No fue fácil y, de hecho, no es un camino que haya terminado. No sólo porque la pandemia no terminó, sino porque la amenaza de futuras pandemias siempre está latente.
Pero, de estos ya dos años y medio de Covid, hay lecciones en la crisis, que -sin dudas- permitirán mejorar el desarrollo de nuevos medicamentos y el acceso a ellos para todos quienes lo necesiten. En un extenso documento, la Federación Internacional de Fabricantes Farmacéuticos y Asociaciones (IFPMA) identificó los 10 principales aprendizajes que dejó la pandemia para los sistemas de salud.
1. La seguridad comienza con la vigilancia de los patógenos
El acceso a la información sobre los patógenos es el primer y crucial paso para poder dar con los testeos, tratamientos y vacunas necesarias. Por eso, es fundamental la vigilancia epidemiológica, pero también que la información genética sobre los patógenos pueda ser compartida de manera eficiente entre la comunidad científica.
Respecto del SARS-CoV-2, China notificó los primeros casos de neumonía en Wuhan el 21 de diciembre de 2019; la secuencia genética del virus se publicó al día siguiente y el 11 de enero la secuencia genética completa. El primer lote clínico de la primera vacuna candidata, la de Moderna, estuvo listo el 7 de febrero.
Es necesaria entonces la inversión de los estados para mejorar la vigilancia de los agentes patógenos.
2. Las alianzas aceleran la investigación y la producción
Durante la pandemia, hubo más de 330 alianzas que involucraron al sector público y al privado, a los estados y las industrias, las organizaciones científicas y la academia. Esto fue clave para impulsar la I+D y también la capacidad productiva necesaria para brindar respuesta a la alta demanda de tests diagnósticos y vacunas.
Las alianzas público-privadas más exitosas se basaron en tres principios respecto de la inversión gubernamental: fue rápida, significativa y flexible.
Pero también hubo múltiples asociaciones ejemplares en el sector privado para potenciar sus conocimientos y capacidades en la producción de medicamentos, vacunas y fármacos innovadores; y colaboraciones para garantizar la distribución de las vacunas para que llegaran a la población.
3. Compromisos anticipados para escalar la producción
En la pandemia, se asumieron riesgos como nunca antes y eso fue necesario para poder lograr la rápida disponibilidad que requería la emergencia. Los compromisos de compra no sólo antes de la aprobación de las autoridades sanitarias sino incluso antes de que las vacunas hubieran demostrado su seguridad y eficacia fueron la llave que posibilitaron que las compañías lograran alcanzar la escala de producción necesaria.
No obstante, los acuerdos unilaterales y la imposibilidad del fondo Covax de competir en un plano de igualdad con los estados más poderosos demoraron la llegada de dosis a las naciones más pobres durante 2021.
Hubo varias acciones de compañías biofarmacéuticas para expandir su capacidad productiva en países en vías de desarrollo y así facilitar el acceso, pero construir una planta de vacunas es una inversión compleja y costosa. Sin dudas, se requerirá en el largo plazo una estrategia coordinada, nuevamente entre el sector privado y el público, para facilitar la producción a gran escala y el acceso equitativo de futuras vacunas pandémicas.
4. La innovación es esencial para la preparación y la respuesta
La innovación no se produce por arte de magia. Es un largo camino que requiere de ensayos y errores, éxitos y fracasos, e inversiones sostenidas que allanen el camino. Las vacunas de ARN mensajero y de vectores virales fueron posibles por más de dos décadas de investigación que permitieron obtener estos fármacos en un tiempo récord.
La innovación también requiere de políticas públicas que la promuevan. En este sentido, es crucial que los marcos regulatorios respecto de la propiedad intelectual protejan las inversiones y los riesgos asumidos. En este sentido, la eliminación de las patentes sobre las vacunas y medicamentos de Covid no va a acelerar el abastecimiento ni terminar con la pandemia. La producción de vacunas es muy compleja y también lo son los procesos de transferencia de tecnología, que demoran muchos meses.
5. Las interrupciones en las cadenas de suministros ponen a la producción en riesgo
La pandemia afectó a casi todos los países y eso tuvo un impacto brutal en las cadenas de suministros, que se vieron gravemente afectadas a nivel mundial. Esta falta de múltiples materias primas, agravada por restricciones comerciales y de competencia, retrasó la producción y distribución de la industria farmacéutica durante toda la pandemia, tanto de elementos de protección personal como de testeos, medicamentos y vacunas.
Las inversiones para expandir la capacidad manufacturera deben también contemplar la construcción de capacidad para un rápido suministro de materias primas críticas con políticas comerciales abiertas para estos commodities.
6. Se necesita un mecanismo de adquisición establecido para los países de bajos ingresos
La alianza Covax fue una iniciativa muy importante, pero no pudo brindar la respuesta esperada a los países de bajos ingresos. Las razones de estas fallas se encontraron en que Covax no se financió de la manera requerida o se organizó lo suficientemente rápido para negociar a la par que los países más poderosos. Cuando, en 2020, comenzaron las rondas de financiamiento, los países de mayores recursos ya habían sellado acuerdos para garantizarse las primeras dosis de las vacunas.
La solución no puede construirse una vez que aparece el problema. Por eso, es imprescindible trabajar anticipadamente en proyectos de acuerdos de compra en los que participen todos los actores. Y, cuando se declara una pandemia, deben articularse mecanismos para que los países que no tienen recursos suficientes para afrontarla puedan obtener financiamiento y asistencia técnica.
7. Agilidad regulatoria para acelerar el acceso
La flexibilidad en los marcos regulatorios fue fundamental para la rápida aprobación de vacunas y tratamientos, y muestra que la reducción de los tiempos burocráticos no se contrapone a la vigilancia minuciosa de la seguridad y la eficacia. La guía temprana y las revisiones continuas de la OMS, la FDA y la EMA junto con la acción de la ICMRA, la coalición internacional de agencias regulatorias, ayudó a la industria a alinear los requerimientos de los datos necesarios para la aprobación de uso de emergencia e impulsó amplios y eficientes ensayos clínicos.
De todas maneras, la pandemia expuso la diversidad de procesos regulatorios y requerimientos de los países, que son una carga para las compañías farmacéuticas y eso redunda en retrasos en la producción que, en definitiva, hacen que los medicamentos lleguen más tarde a quienes los necesitan.
En una pandemia, la situación ideal es que haya un acuerdo entre los agentes regulatorios y la OMS respecto de los protocolos de ensayos clínicos, los requerimientos regulatorios y también la presentación de los productos respecto de sus empaques, etiquetas y prospectos.
8. El nacionalismo de las vacunas pone en peligro a todos
Los gobiernos tienen como primera obligación garantizar la seguridad de sus ciudadanos, pero una comprensión estrecha de lo que esto significa dio lugar a un “nacionalismo de las vacunas” que se vio en países que acapararon dosis y restringieron exportaciones. Esto contribuyó a intensificar y prolongar la pandemia, y el nacionalismo de las vacunas le podría costar a la economía global 1,2 billones de dólares. Por otra parte, si los países más ricos contribuyeran a los fondos para proveer vacunas a los países más pobres, obtendrían un beneficio de 4,80 dólares por cada dólar gastado.
Antes de la próxima pandemia, es esencial que se redefina el concepto de “seguridad nacional de salud” en este contexto global. Como señaló la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, “una crisis sin fronteras no se puede resolver poniendo barreras entre nosotros”.
9. Hay que fortalecer la estructura para la aplicación
El acceso a las vacunas fue muy desigual. Una vez que la producción se estabilizó, los países de bajos recursos seguían con problemas causados por su limitada capacidad de vacunación. El Covid mostró cuán fragmentados y desfinanciados están los sistemas de salud en el mundo, que -en muchos casos- no pudieron enfrentar los desafíos de transportar y almacenar vacunas que requerían temperaturas más bajas que lo estándar. Y también se vio la falta de personal capacitado.
Estos desafíos deben resolverse estructuralmente para poder enfrentar otra pandemia y para avanzar en el objetivo de la cobertura universal de salud, así como también debe mejorarse la logística para que la distribución mundial de estos suministros sea más eficiente.
10. La confianza en las vacunas es clave para el éxito
Es una verdad de perogrullo: las vacunas no funcionan si la gente no se las aplica. El compromiso del público y la comunicación efectiva a través de mensajes claros y transparentes son fundamentales para construir confianza en las vacunas y combatir la desinformación y las fake news que atacaron la campaña de vacunación en todo el mundo. Los líderes políticos y de opinión deben ser extremadamente cuidadosos en sus opiniones y no cuestionar la seguridad o eficacia sin evidencia, de lo que también hubo varios ejemplos durante esta pandemia.
La gente tiene que confiar en los fabricantes de vacunas y en los agentes regulatorios, que no comprometerán ningún estándar de seguridad o eficacia para aprobar una vacuna. Es condición sine qua non que los ciudadanos reciban la información adecuada y que también tengan la certeza de que ante un eventual efecto adverso grave, van a ser atendidos y compensados.
La confianza se construye de manera multilateral, entre todos los actores, y en este esquema el Estado debe garantizar una fuerte farmacovigilancia.
Fuente: “Aplicando las lecciones aprendidas del Covid-19 para crear un mundo más saludable, seguro y equitativo” (IFPMA)