Son la carga de morbilidad con predominio de enfermedades no transmisibles, la escasa sostenibilidad financiera y fiscal del gasto en materia sanitaria, y la deficiente calidad de los servicios de salud.
La salud es esencial para las personas, las sociedades: contribuye al crecimiento económico y al bienestar económico individual. La pandemia de Covid-19 demostró dramáticamente la importancia de proteger la salud de la población. Los países de América Latina y el Caribe también enfrentan hoy las consecuencias otra gran crisis, el cambio climático, cuyos efectos son perjudiciales para la salud de la población.
En ese contexto, la tecnología digital se presenta como la herramienta capaz de enfrentar los principales desafíos en materia sanitaria que persisten en la región.
Internacionalmente, la salud es reconocida como una parte esencial del desarrollo a través de numerosos de acuerdos de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y declaraciones. Los gobiernos entienden la importancia de la salud al convertirla en el tercer Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) –garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades– y respaldando el principio de Cobertura Universal de Salud aprobado en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2019.
La Cobertura Universal de Salud (UHC, por sus siglas en inglés) es el compromiso de asegurar que todas las personas tengan acceso a los servicios de salud de buena calidad que necesitan, cuándo y dónde los necesitan, y sin dificultades financieras.
Es una tarea ardua y compleja que requiere abordar tres desafíos de larga data en la región. Estos retos fueron analizados en detalle en el “Documento Marco del Sector Salud”, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en abril 2021, recientemente retomados en el informe “La gran oportunidad de la salud digital en América Latina y el Caribe” del BID.
En sus conclusiones, los expertos afirman que la transformación de la prestación de servicios de atención médica no ocurrirá en partes: requerirá un cambio sistémico y, por lo tanto, serán necesarias reformas de gobernanza.
Uno por uno
Los tres desafíos analizados son: la carga de morbilidad dominada por enfermedades no transmisibles -cuyo tratamiento se torna cada vez más difícil y costoso-; las dificultades financieras y sostenibilidad fiscal del gasto en salud, y la baja productividad y deficiente calidad de los servicios de salud.
- MORBILIDAD CON PREDOMINIO DE ENFERMEDADES NO TRANSMISIBLES. Estas afecciones representan la mayor parte de las muertes: tienden a ser de larga duración y resultan de la combinación de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y conductuales (enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas). Pero los países de la región también enfrentan altas tasas de enfermedades infecciosas, afecciones maternas y neonatales y lesiones persistentes, riesgos para la salud que afectan desproporcionadamente a los grupos de menores ingresos.
- SOSTENIBILIDAD FINANCIERA Y FISCAL. Para avanzar hacia la UHC, los países tendrán que gastar más en salud y hacerlo de manera más eficiente y equitativa. Sin embargo, hoy enfrentan serias limitaciones fiscales, exacerbadas por la pandemia de Covid-19 y la crisis del cambio climático.
- BAJA PRODUCTIVIDAD Y MALA CALIDAD DE LA ATENCION MEDICA. Esta dificultad socava la universalidad de la cobertura de salud al excluir o servir de manera deficiente a las personas de bajos ingresos y otros grupos desfavorecidos. La mayoría de estos problemas tienen que ver con la insuficiencia de los recursos y también con la ineficiente gestión de los existentes.
Acciones para enfrentarlos
El informe del BID señala que “serán necesarios esfuerzos colaborativos sin precedentes” y advierte: “Los países tendrán que tomar decisiones difíciles para responder a las necesidades de su población en un contexto de mayores restricciones fiscales. Ningún país, gobierno o institución puede superar esto solo. El rol del sector privado, como motor del crecimiento, es vital”.
Para hacer frente al primer desafío, los especialistas apuntan a una serie de medidas que van desde iniciativas de salud de la población, acciones multisectoriales y mejoras de la calidad de la asistencia sanitaria.
La sostenibilidad fiscal y financiera requerirá compromisos políticos para aumentar los recursos para servicios de salud, con especial énfasis en llegar a los grupos más pobres y menos favorecidos. Pero para frenar el ritmo de crecimiento del gasto, también será necesario mejorar la eficiencia de ese gasto, mediante reformas integrales que incluyan la estandarización de los sistemas de información, la evaluación de tecnologías sanitarias y la contratación privada, entre otros aspectos.
Finalmente, para mejorar la calidad de la prestación de servicios de atención médica, se requiere tanto un cambio centrado en las personas y una mejor integración del servicio. Esto incluye reducir las barreras sociales, económicas y culturales en el acceso a la atención médica; y abordar la distribución de servicios, los sistemas de referencia, el suministro y la gestión logística, la salud digital, los sistemas de información y la expansión de infraestructura, incluidas las mejoras en el mantenimiento y la gestión de las instalaciones.
Fuentes: Informe “La gran oportunidad de la salud digital en América Latina y el Caribe” 2022, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “Documento Marco del Sector Salud”, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), abril 2021, Organización de las Naciones Unidas (ONU), Organización Mundial de la Salud (OMS).