Los estudios clínicos son un paso clave para la investigación y desarrollo de medicamentos innovadores. En 2021 se rompieron también récords de participantes.
La pandemia de Covid-19 supuso un desafío mayúsculo para la industria farmacéutica y una de las grandes complicaciones que trajo fueron los desafíos para evitar que se retrasaran o interrumpieran los estudios clínicos, una instancia clave para la aprobación de drogas innovadoras. Sin embargo, como en otros aspectos en los que también lo demostró en los últimos dos años y medio, el sector tuvo una inusual capacidad de adaptación y en 2021 se recuperó el nivel de ensayos clínicos en relación al primer año de pandemia e incluso fueron superiores al 2019.
Los datos surgen del último informe Tendencias Globales en Investigación y Desarrollo, de la consultora IQVIA, que dio cuenta de un récord histórico en la aprobación de nuevas moléculas en el último año.
El análisis de las estadísticas detalla también cifras históricas en cuanto a la actividad de investigación, que pudo sostenerse en los peores momentos de confinamiento gracias a nuevos enfoques que permitieron seguir adelante con ella.
Así, en 2021 comenzaron 5.500 nuevos ensayos clínicos, un 14% más que en 2020 y un 19% más que en 2019. “La actividad está en niveles récord, incluso excluyendo el aumento de ensayos clínicos relacionados con las vacunas y terapias para el Covid-19, que totalizan más de 1.200 estudios esponsoreados por la industria desde principios de 2020”, señala el relevamiento.
Un indicador de estos niveles récord que apunta IQVIA está dado por la cantidad de participantes en dichos estudios clínicos, que -por primera vez- superaron en 2021 los dos millones de voluntarios. La mitad se enroló en ensayos de Covid y se duplicaron los niveles vistos en los estudios de coronavirus de 2020 y en los de años anteriores para vacunas del ébola. El millón restante enrolados en otras áreas terapéuticas representó un 38% de aumento respecto de 2020.
La búsqueda en oncología
Con casi 10 millones de muertes anuales por cáncer, una de cada seis de las que se registran en el mundo, se entiende por qué la investigación de nuevas terapias en este campo lidera la investigación científica para hallar nuevas estrategias terapéuticas.
El cáncer no sólo es la principal causa de muerte global, sino que también representa -al igual que el resto de las enfermedades no transmisibles- una seria carga para los sistemas de salud. En este escenario, la oncología apunta hoy a nuevas drogas más precisas, terapias innovadoras que bajo el paradigma de la medicina personalizada permitan obtener mejores resultados.
Para muchos pacientes con cáncer, en especial los que sufren tipos poco frecuentes o tienen tumores para los cuales no obtienen respuesta con las terapias actuales, participar de un ensayo clínico les abre una enorme oportunidad de acceder a potenciales drogas innovadoras que puedan cambiar el pronóstico de su enfermedad.
Para ellos, la investigación clínica es una opción de tratamiento y puede encontrarse aquí una de las razones por las cuales el año pasado la cantidad de participantes en nuevos ensayos clínicos de oncología se duplicó respecto de la década pasada, trepando de 150.000 voluntarios a los 300.000 en 2021 y que representaron el 13% de todos los participantes de ensayos en la industria.
El número de nuevos ensayos en oncología también alcanzó niveles récord, representando un 70% más que en 2015 y con el foco puesto principalmente en los cánceres menos frecuentes.
Arriesgar para innovar
Una variante negativa en los datos analizados es que la tasa de éxito compuesta entre todas las fases de desarrollo y áreas terapéuticas cayó un 5% durante 2021.
Entre las causas de este descenso, los analistas no obvian el impacto de la pandemia, pero también destacan otros dos factores que pueden haber influido en el descenso de la tasa de éxito: la propia avidez de la industria por innovar y sus estándares que permanentemente elevan la vara en la búsqueda de mayor seguridad y eficacia.
Siempre poniendo en primer lugar al paciente, su protección y su seguridad, la industria biofarmacéutica no teme en asumir riesgos cuando el horizonte es el de descubrir terapias innovadoras que permitan mejorar la calidad de vida de las personas.
Según se desprende del informe, el futuro es alentador considerando el compromiso del sector en invertir en I+D: para el final de 2021, el portfolio de ensayos no vinculados con el Covid era un 15% más grande que antes de la pandemia y seguía avanzando.
Fuente: Tendencias Globales en Investigación y Desarrollo (IQVIA), Organización Mundial de la Salud